Martín y Soler cosechó grandes éxitos con sus composiciones (sobre todo óperas y ballets) y con las mujeres, pero su estrella se fue apagando, especialmente tras la muerte de su mentora, la zarina, cosa que le llevó a abandonar Rusia. Sin embargo, regresó y se dedicó a la docencia. Tuvo un hijo, Federico, que hizo carrera como pianista también en Rusia. En 1806 murió en San Petersburgo y allí está enterrado en el cementerio de Vasili-Ostrov. Hace casi 30 años, el entonces alcalde de Valencia, Ricard Pérez Casado, reclamó el traslado del insigne músico valenciano a su tierra natal, pero la iniciativa no fructificó.
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