Jugadores de la selección rusa celebran un gol. Foto: Getty Images/ Fotobank.
Alcanzar dicho objetivo no sería algo tan poco probable. Después de todo, Rusia fue tercera en el campeonato del año 2008. Sin embargo, llegar a la final no sólo significaría cumplir con las expectativas como favorito del grupo integrado por Polonia, Grecia y la República Checa, sino también lidiar con superpotencias clásicas como Alemania y España. El camino hacia la final podrá significar sólo cinco partidos, pero los especialistas creen que es una posibilidad, cuanto menos, remota. Ni siquiera un entrenador tan respetado y pragmático como Advocaat puede hacer que cambien las miradas de los corredores de apuestas.
El holandés asumió el cargo hace dos años, después de que su compatriota Guus Hiddink organizara un equipo de fútbol ofensivo muy agradable de ver jugar cuando estaba en forma, a pesar de las dudas iniciales y la sonada salida. El equipo que rodeaba a la superestrella del Zenit de San Petersburgo, Andréi Arshavin estaba casi fuera del campeonato en 2008, cuando milagrosamente, los croatas ayudaron de alguna manera a los rusos al derrotar a Inglaterra en el último día de las eliminatorias. Así se fue posible la continuidad de Rusia, mientras que los ingleses se quedaron fuera. Tal destino hizo que los rusos recobrasen la confianza y considerasen a Hiddink su amuleto.
Sin embargo, no se valieron de la suerte en 2008. Los rusos mejoraron en cada partido y en los cuartos de final vencieron al gran favorito, Holanda, por 3 a 1 en la prórroga. Los bombos y platillos no se hicieron esperar. Rusia ofreció una especie de fútbol 'holandés' mejorado: veloz, creativo y muy ofensivo. Europa estaba sorprendida y catalogó a los rusos como el hallazgo del campeonato. En su país, el oprimido espíritu post soviético finalmente encontró un motivo para relajarse: cientos de miles de personas delirantes de alegría salieron a las calles, tanto en áreas metropolitanas como rurales, para festejar la hazaña de su equipo. Los comentaristas pronto se quedaron sin calificativos para describir como correspondía semejante triunfo.
Dos días después de haber vencido a los holandeses, los rusos cayeron en semifinales contra quienes serían los ganadores, España, por 3-0. Un resultado aleccionador, para ser sinceros, pero los seguidores rusos fueron indulgentes tras haber disfrutado con su equipo. Aunque la gran actuación europea se destruyó en la campaña de clasificación para el Mundial, que tendría lugar poco tiempo después. Todo parecía estar en orden, hasta que una derrota jugando como local ante Alemania en otoño de 2009 hizo que los rusos se descarrilaran. Primero, Rusia perdería el primer lugar en el grupo, luego cayó ante Eslovenia en las rondas clasificatorias y finalmente ni tan siquiera participó en la Copa del Mundo.
Los bombos y platillos desaparecieron tan pronto como habían comenzado. Y de pronto Hiddink, tan apreciado por los hinchas, deseaba pasar más tiempo en su casa que en Rusia. Poco tiempo después se iría, y Advocaat ocupó su lugar. Este no desconocía el éxito en Rusia, tras haber logrado el triunfo del Zenit de San Petersburgo en la campaña local y también en la Copa de la UEFA, habiendo incluso derrotado al Bayern de Munich por 4-0 en la semifinal.
Advocaat le quitó emocionalidad al fútbol internacional. La única forma de medir su éxito era saber si su equipo se calificaría o no para la Eurocopa. A juzgar meramente por los resultados, la campaña fue un éxito: Rusia ganó el grupo que conformaba junto con Irlanda, Armenia y Eslovaquia, con aparente facilidad y decencia. Anotó un 17 goles en 10 partidos, exactamente la mitad de los que hizo Alemania en su grupo.
Aunque, tanto el equipo técnico como los jugadores estaban cada vez más molestos con las críticas dirigidas a las minimalistas formas del equipo. Si las críticas se tornaban especialmente duras, como sucedió tras las derrotas contra Bélgica (0-2) e Irán (0-1), los jugadores respondían ignorando completamente a los medios de comunicación. En vez de marcar el inicio de un momento de euforia antes de la Eurocopa, el equipo generó una sensación de distanciamiento. “Advocaat tiene una personalidad insensible”, se quejó la agencia de noticias rusa RIA Novosti en un reciente artículo referido al estado actual de la selección nacional. Otro artículo, esta vez del periódico Rossiyskaya Gazeta, subrayó la importancia de algún tipo de 'empujón emocional' tanto para los hinchas como para los jugadores y percibió una falta de disciplina en el equipo. 'Egoísta' y 'malhumorado', fueron los adjetivos más escuchados, y se dijo que el juego del equipo estaba influido por las emociones.
Advocaat siguió manejando las cosas a su manera. No presentó el listado preliminar de jugadores para la Eurocopa en persona, sino que simplemente lo entregó a la Federación Rusa de Fútbol. Se negó a que le hicieran preguntas y optó, en cambio, por explicar a los periodistas holandeses por qué no sería el entrenador de PSV Eindhoven tras el campeonato.
Advocaat se negó a realizar cambios fundamentales, por lo que la plantilla ha cambiado poco desde el 2008. Excepto por el dúo del Zenit compuesto por Alexánder Kerzhakov e Ígor Denisov, ausentes hace cuatro años, Advocaat ha contado con pocas opciones viables para modificar su listado de jugadores. A pesar de los millones invertidos en centros de entrenamiento, pocos jugadores han podido avanzar de las categorías inferiores a las mayores. Además, la mayoría de los especialistas no percibe que haya una llegada de jóvenes talentos en condiciones de madurar en un par de años.
Rusia no sólo está enviando a una banda de geriátrico a Eurovisión, sino que su equipo de fútbol también estará jugando su última carta en Polonia y Ucrania. Esta dependencia de los 'mayores' sorprende aún más cuando consideramos el hecho de que ninguno de los jugadores de la selección de 2008 ha mejorado. Cuatro de los cinco jugadores que comenzaron a jugar en el extranjero tras la Eurocopa de 2008 han regresado a Rusia. Arshavin (31 años del Arsenal), Román Pavlyuchenko (30 años del Tottenham Hotspur), Yuri Zhirkov (28 años del Chelsea) y Diniyar Bilyaletdinov (27 años del Everton) fueron todos relegados al banquillo en sus equipos ingleses, mientras que Pavel Pogrebnyak (28 años) cambió hace poco el VfB Stuttgart por el Fulham de la a Premier.
El promedio de edad en un amistoso contra Dinamarca de finales de abril fue de 28,8 años. El mismo día, Alemania puso en la cancha a un equipo con un promedio de 24,4 años. Rusia ganó 2-0, mientras que Alemania perdió contra Francia por 1 a 2. Quizá Arshavin y su elenco puedan hacer lo imposible realidad y consigan que esta generación de futbolistas alcance un ocaso dorado llegando a la final.
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