Una amarga píldora para Europa

Fuente: AP.

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Europa se enfrenta a una posible destrucción de su sistema social y las medidas de austeridad que se han aplicado hasta ahora no han solucionado los problemas. Mientras Dmitri Medvédev declaró, en la cumbre del G8, que Europa se salvará otro consideran que el Viejo Continente ya no es un buen vecino. Grecia podría ser el laboratorio de las medidas que se aplicarán en el resto de Europa.

Europa está enferma. Este diagnóstico se reconoce en todo el mundo. Aunque existen diferentes estimaciones de la severidad de la enfermedad y sobre cómo tratarla.

 

Hay un enfoque radical, como el del periodista ruso Mijaíl Leontiev, convencido de que “Europa, en su forma actual, no es un buen vecino”. Y el economista Mijaíl Jazin que cree que en general el “modelo de desarrollo, en cuyos límites existía un sistema euroatlántico se está muriendo”. Una postura más optimista es la que sostiene el Primer Ministro Dimitri Medvédev, que en la cumbre del G8 declaró: “Europa se salvará”.

 

Hace más de dos años que Grecia se encuentra en el centro de la atención mundial por sus problemas financieros. Durante dos años, muchos analistas han tratado de demostrar la insolvencia de los 'vagos griegos', su prodigalidad y su forma de vida incorrecta. Trataron de salvar al caprichoso país y en verano de 2010 le dieron más de 100.000 millones de euros por primera vez. No funcionó.

 

Se hizo un segundo intento en diciembre de 2011 y se obligó a los políticos griegos a firmar un nuevo acuerdo de vasallaje a cambio de la cancelación de más del 50% de la deuda y se otorgó otra ayuda en forma de 130.000 millones de euros. Ya hace más de dos años, el gobierno de Atenas, a instancias de los acreedores ha destruido el sistema de seguridad social, ha reducido el salario en un 35-40-50% según datos oficiales. Como resultado de las reducciones masivas, el desempleo ha alcanzado el 22%, y de manera no oficial es aún mayor. Y lo más trágico: en 2011 la tasa de suicidios en Grecia incrementó drásticamente y alcanzó a varios miles de personas.

 

La severa política de austeridad sin tomar medida alguna hacia la promoción del desarrollo económico conduce a Grecia (y tras ella a toda Europa) a un callejón sin salida. “Grecia fue el primer país en el que el modelo neoliberal euroatlántico se derrumbó”, dice Mijaíl Jazin.

 

Muchos proponen sacar a Grecia de la zona de euro. Pero, según M. Leontiev, “las pérdidas de la salida de Europa ascienden a 300.000 millones de euros, mientras que no está claro qué pasará con la propia Grecia”.  Habría pérdidas indirectas, como una crisis de confianza, un fuerte encarecimiento de los créditos y rechazos para su concesión. Este camino, consideran los defensores de este punto de vista, lleva al colapso total.

 

Angela Merkel y su elite económica no se cansa de repetir que los griegos están obligados a cumplir estrictamente sus obligaciones presupuestarias, o mejor dicho, la obligación impuesta desde fuera. Pero en toda Europa, y en la cumbre del G8, se oyeron voces de quienes están en desacuerdo con esta postura, y consideran que “es imposible cumplir con las obligaciones, si no hay crecimiento económico”.

 

El líder del partido izquierdista de Grecia, Alexis Tsipras, de 37 años, 'estrella' política que surgió a raíz de protestas generalizadas contra la destrucción del sistema social del país, sostiene que “Grecia representa el laboratorio para la realización del experimento de las políticas de austeridad. Si el experimento es un éxito en Grecia, se seguirá en toda Europa”. Las elecciones del 6 de mayo mostraron que el pueblo griego castigó a los principales partidos, destruyendo prácticamente el sistema bipartidista que había existido durante unos 40 años.

 

Alexánder Baunov, que conoce el sistema político griego desde dentro, cree que en el fracaso del PASOK y Nueva Democracia en las últimas elecciones (y se espera que la situación no cambie a mejor para ellos en las elecciones del 17 de junio), gran parte de responsabilidad la lleva Bruselas, que insistió en la realización de sus programas. Los dos partidos mayoritarios no dejaron ninguna posibilidad de una revisión de la política de austeridad”.

 

Los procesos políticos en Grecia de los últimos meses están en sintonía con los procesos que tienen lugar en Francia, Italia y España. “El fuerte descenso en el nivel de vida de la población no es sólo una protesta social, es la eliminación de un estado social en la manera en la que fue creado a partir de la década de 1960”, pone de relieve Mijaíl Jazin. “Para que todo esto no conduzca al desastre, la élite política, que llevó a Europa a un callejón sin salida, debe irse. Tenemos que cambiar el modelo económico”.

 

En la medida en la que Grecia resultó ser el 'eslabón débil' en esta cadena, ahora ante ella se dibuja la perspectiva más dura: defender hasta el final el derecho a una solución alternativa a la crisis.

 

Actualmente altos funcionarios de la UE insisten en que después de 17 de junio, Grecia tendrá que, o cumplir con todas las obligaciones, o retirarse del euro. ¡No se puede concebir una intervención más seria en los asuntos internos y un chantaje más brutal! 

 

En cuanto a población y economía, Grecia es un país muy pequeño. Pero es un país europeo, y en él tienen lugar procesos que reflejan la tendencia general europea.

 

Cuando en la reunión de Camp David, el recientemente electo presidente francés, François Hollande y el presidente de EE UU, Barack Obama hablaron sobre la posibilidad de empujar la economía europea  hacia el desarrollo, muchos pensaron que era una señal para Merkel, una indicación del hecho de que París y Washington consideran que la imposición del modelo alemán con su rígido régimen fiscal, es algo que conduce al desarrollo de tendencias muy peligrosas.

 

Como destaca el exasistente del presidente y el actual vice primer ministro Arkadi Dvorkóvich, “la salida de Grecia de la zona del euro es un mal escenario. Es necesario que Grecia se mantenga en la zona del euro, y que ante esto, manifieste una política responsable”.

 

Rusia, cuya circulación de mercancías a la Unión Europea es casi del 50% y donde una gran parte de sus ahorros es en euros, está interesada en una Europa estable. Esta postura no puede dejar de tenerla en cuenta el liderazgo de la UE.

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