Sin reformas no hay progreso

Dibujo de Niyaz Karim.

Dibujo de Niyaz Karim.

Un endeudamiento moderado y un saldo positivo en las cuentas: el barómetro económico de Rusia parece en buen estado. Pero el país podría entrar en una amenazante zona de 'turbulencias' sin un plan de desaceleración que permita tomar a tiempo las medidas necesarias para reequilibrar la economía.

Algunas voces critican la política de acumulación de petrodólares en en Fondo de Reserva y hablan de limitar los gastos. Esto ya no es posible, debido a que en 2009-2010 los gastos para pensiones se dispararon, alcanzando un 4% del PIB, más de lo que se destina a educación o sanidad. Además, los gastos militares también han experimentado un fuerte aumento. En su programa electoral, Vladímir Putin afirmó su voluntad de incrementar los gastos también en otras áreas, en aproximadamente un 1,5% del PIB. Por otro lado, otros factores objetivos, como la crisis demográfica de los próximos veinte años, van a repercutir sobre el presupuesto. De hecho, la población rusa envejece y el número de jubilados a cargo de cada trabajador va a pasar a 1,5. Si se mantiene la política presupuestaria de los tres o cuatro últimos años, y se concretan las promesas de aumento de gasto público, la estabilidad macroeconómica del país se verá amenazada.

Las reservas existen, de eso no hay duda. Sin embargo, una simple subida de impuestos para aliviar las arcas del Estado no sería la mejor solución y podría tener efectos negativos: podría asustar a los mercados y hacer que disminuyan las inversiones, lo que provocaría una desaceleración económica y una bajada de ingresos; lo que a su vez haría necesaria, paradójicamente, una nueva subida de los impuestos. Existen otros medios de aumentar los ingresos, como la lucha contra la economía sumergida (que representa, según el Banco Mundial, el 43% del PIB ruso, contra un 13% en China y un 8% en Suiza) y minimizar los privilegios fiscales. Además, una gran parte del dinero que podría ahorrar el gobierno procede del sector público.

En los años 2000, el número de empleados del Estado y de funcionarios fue multiplicado por 1,5, y se llegó a los 108 funcionarios por mil trabajadores activos. Rusia emplea de dos a tres veces más funcionarios que cualquier otro país de similares características. La media en los 22 países más ricos de la OCDE es de 75 empleados públicos por mil habitantes en activo. En 2009, los agentes de seguridad públicos en Rusia eran 9,8 por mil habitantes, mientras que en los otros países emergentes el porcentaje era solo de dos por mil. Por tanto, los gastos del sector público en Rusia, un 3,2% del PIB sobrepasan en mucho los de cualquier otro país de la OCDE.

Por otra parte, el importe de las subvenciones económicas también es anormalmente elevado. En 2010, representaba el el 4% del PIB, uno de los más altos entre los países emergentes. Estas ayudas mantienen a flote empresas no viables y no hacen sino aumentar el retraso económico.

Otro modo de reducir gastos sería luchar sistemáticamente contra el saqueo de bienes y la fuga de capitales, y reforzar la modernización. El mantenimiento de 5 kilómetros de carretera es cinco veces más caro en Rusia que en su vecina Finlandia, que tiene el mismo clima.

Es preciso señalar que el gobierno ha perdido mucho dinero en grandes proyectos, prestigiosos pero poco rentables, como las instalaciones de los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi, que le costará a Rusia 30.000 millones de euros. Ningún país ha pagado nunca más de 4.500 millones de euros para organizar este mismo evento.

Esto es, convendría también no tratar de resolver los problemas presupuestarios recurriendo a las arcas del Estado. El ejemplo de otros países viene mostrando, desde hace tiempo, que solo una reestructuración bien realizada puede aumentar la productividad y poner en marcha los motores que la estimulan.


El nuevo proyecto presupuestario debe respetar tres exigencias esenciales. Primero, que 'no hay crecimiento sin reformas': es necesario modificar los mecanismos de funcionamiento del sector económico para que trabajen de un modo más eficaz, y financiarlos solo entonces; segundo, no hay que aumentar los gastos, sino repartirlos mejor; tercero, no elevar los impuestos, sino optimizar su recaudación para acrecentar los recursos económicos. Por supuesto, es más difícil implementar estas políticas que recurrir a las arcas para financiar proyectos grandiosos o satisfacer las necesidades sociales. Pero es el único modo de asegurar un crecimiento estable a Rusia.

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