El patrimonio arquitectónico de Moscú en peligro

Fuente: Ilia Varlamov

Fuente: Ilia Varlamov

La hacienda Alexéev, situada en la calle Bajrushin, en el prestigioso barrio moscovita de Zamoskvorechie ha dejado de existir. Esto demuestra una vez más que en Moscú ningún edificio, aún siendo patrimonio arquitectónico, está a salvo de la demolición. La hacienda se construyó tras el enorme incendio de 1812 y era un claro ejemplo de la arquitectura imperial de principios del siglo XIX. Apenas quedan ejemplos de este estilo en la Moscú actual. A pesar de las numerosas protestas realizadas por los defensores del patrimonio arquitectónico de la ciudad, los cinco edificios de la hacienda fueron reducidos a polvo.

La suerte del complejo arquitectónico y su significado sociohistórico se definieron a lo largo de varios años. A pesar de estar ubicada en la zona protegida de la región Zamoskvorechie, se puso en duda su valor histórico. Parecía que las únicas personas interesadas en su mantenimiento eran los miembros del movimiento dedicado a la defensa de los monumentos históricos de la ciudad, Arjnadzor. Sólo cuando dos excavadoras estaban recogiendo los destruidos ladrillos y limpiando el predio para construir el nuevo edificio, la Cámara pública declaró su inconformidad y ordenó la reconstrucción de la hacienda. Pero la única salida habría sido demoler el hotel de 14 plantas ya terminado.


En 2010, cuando se iniciaron los primeros trabajos de demolición, Arjnadzor comenzó sus intentos por salvar la hacienda. En cuanto la sociedad “Ekobitservis” obtuvo el permiso para construir el nuevo edificio, las coordinadoras de Arjnadzor, Yulia Mezéntseva y Natalia Rumiántseva hicieron una solicitud a los tribunales exigiendo la suspensión de los trabajos. Confiaban en que se pudieran detener con un peritaje que demostrara su importancia arquitectónica.
El tribunal donde debió haberse examinado el caso está ubicado a pocos metros del lugar de  construcción.


“Estábamos en verano y hacía mucho calor. Como todas las ventanas estaban abiertas, desde las oficinas de la corte se podía escuchar el ruido metálico de las máquinas demoliendo los edificios. Sin embargo, la jueza dilató la aceptación y el inicio del caso. Luego nos negaron la petición de suspender la demolición porque supuestamente no había suficientes pruebas de que después ya sería demasiado tarde. Para la jueza el estrépito de las máquinas demoliendo los muros no probaba nada”, cuenta Natalia Samover, una de las coordinadoras de Arjnadzor.


Había ya pocas razones para creer en la posible detención de los trabajos. Ya no importaba que en 2006 la Comisión para la conservación de edificios históricos de Moscú hubiera declarado la hacienda patrimonio arquitectónico.
“Este edificio fija la esquina suroccidental de la manzana, y es un elemento valioso en la estructura de la urbanización de la zona en general”, dice la nota explicativa.


Los miembros de la comisión negaron el permiso para demoler la casa principal de la hacienda y uno de los corpus antiguos. Pero los constructores no se detuvieron y siguieron buscando la confirmación de su propia “verdad”.
“Era posible incluir el nuevo hotel dentro del complejo de edificios históricos. Hace tiempo que veníamos proponiendo al inversor un proyecto rentable para todos. Por un lado se conservaría el patrimonio arquitectónico, y por otro, se construiría un hotel de categoría superior; no de tres estrellas sino de cinco. Esto fue en el año 2009. El inversor aceptó reunirse con nosotros sin ningún entusiasmo. Obviamente sólo quería ver qué tipo de gente protestaba contra su proyecto”, explica Natalia.

La hacienda perdió su estatus de monumento arquitectónico ese mismo año. La decisión fue tomada por la comisión de peritos de asuntos históricos y culturales de Moskomnaselenia (Departamento de Patrimonio Cultural de Moscú) basándose en que las construcciones habían perdido sus estructuras y fachadas originales. En diciembre de ese año se dio permiso para la  demolición total.  


Según palabras de los activistas de Arjnadzor, la hacienda Alexéev está en una zona de patrimonio cultural protegido, y sólo por esta razón no debería ser posible demolerla.


“Sólo después de que se excluyera de la zona protegida se hizo legal su posible derrumbe. Pero los órganos estatales no tienen derecho a tomar semejantes decisiones. La valoración de la zona la hicieron expertos y es absurdo que gente incompetente haya podido impugnarla después. Pero la hacienda ya ha sido demolida y las ganancias fueron a parar a manos de los inversores. El daño, sin embargo, es para toda la sociedad”, concluyó Samover.


Las discusiones a nivel burocrático terminaron en acciones más directas y piquetes. Muchos ciudadanos comunes, vecinos del barrio y defensores de los derechos humanos se manifestaron. Pero en pleno verano, los asistentes a la protesta fueron demasiado pocos y no lograron realizar nada significativo, también porque la policía vigilaba la zona y obstaculizó el movimiento.


“Los preparativos del juicio, antes de la revisión a fondo de nuestra demanda judicial, fueron asignados para el 5 de agosto, cuando ya era demasiado tarde para hacer cualquier cosa. Por la mañana, de camino a la corte, pudimos ver cómo las excavadoras estaban recogiendo lo que quedaba de la hacienda. Después de la demolición y cuando ya se había empezado a construir el hotel, decidimos detener los litigios judiciales, pues ya no tenía ningún sentido continuarlos”, hizo balance Natalia. “Cuando recurrimos a los tribunales no solemos esperar ganar el caso, sino llamar la atención sobre un problema. Nosotros continuaremos intentando detener las brutalidades que se comenten en contra del patrimonio cultural de Moscú. Y lo haremos, por supuesto, dentro del marco establecido por la ley”, concluyó.

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