Las noches rusas en el Uruguay

Roberto Echavarren. Fuente: Marcelo López

Roberto Echavarren. Fuente: Marcelo López

El 11 de setiembre de 2001, mientras el mundo se estremecía debido a los ataques terroristas en Nueva York, el poeta uruguayo Roberto Echavarren emprendía su camino a Rusia, concretamente a San Peterburgo. Tenía varios objetivos: entrevistar a los sobrevivientes del bloqueo de Leningrado (antiguo nombre de San Petersburgo), a quienes combatieron en el frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial e intentar conocer más profundamente los destinos de artistas, poetas, escritores, músicos que vivieron en la Unión Soviética.

La documentación recopilada en ocho meses de peregrinaje entre San Peterburgo y Moscú, fue procesada durante diez años. El libro Las Noches Rusas. Materia y Memoria se editó en Uruguay en diciembre de 2011. Y en enero de 2012 salió a la luz La Edad de Plata. Poetas rusos. Las dos publicaciones son el resultado tangible de aquel viaje, cuyas vicisitudes, dificultades, descubrimientos y constataciones de hechos históricos, se reflejan en un entrelazado de historias, notas y entrevistas.

¿Qué fue lo que le motivó a emprender el viaje a San Petersburgo?

Desde mi adolescencia he tenido un interés muy pronunciado hacia la literatura rusa. En aquella época el Partido Comunista en el Uruguay era muy fuerte y siempre se contaban historias sobre la Unión Soviética, sobre el país del mañana, el país del futuro, del futuro radiante, donde todo era maravilloso. Todo era de color de rosa. Yo estaba convencido que no era así  y siempre quise averiguar las cosas in situ. Por ello, los dos motivos principales de mi viaje fueron: el interés hacia la literatura y la cultura rusas y conocer la realidad a través de los testimonios, que obtuve entrevistando a mucha gente.
 

¿Sabía hablar en ruso antes de emprender este viaje?

Antes de iniciar mi viaje, estudié algo durante unos meses. Aquí, en Montevideo, y con ese bagaje me fui. Me inscribí en la Universidad de San Petersburgo con la intención de perfeccionarlo y esta inscripción fue la base legal que me permitió obtener el visado y, asimismo justificar una estadía más prolongada que la de un simple turista. Así fue como llegué en septiembre a San Peterburgo e inicié los cursos en el Instituto Smolni de la Universidad Estatal de San Peterburgo.


Entrevistar a los sobrevivientes del bloqueo de Leningrado no pudo ser una tarea fácil. ¿Le ayudaba alguien en su trabajo?

Durante el período de preparación del viaje empecé a establecer una red de contactos por internet. Más adelante, me ayudó una amiga que vive en Estados Unidos, que proviene de una familia rusa. De hecho, ella me contactó con quien fuera la casera –la “joziáika”, -pronuncia en ruso Echavarren-,  del lugar donde residí en las cercanías de la universidad.


Por otro lado, consciente de que mi manejo del idioma ruso no sería suficiente para enfrentarme a todos los desafíos que pudieran presentarse, les planteé a otros amigos, que necesitaría alguna persona para que me acompañe en mis entrevistas. Fue así que encontré a una profesora de inglés. Una señora muy organizada, que empezó por abordar los clubes de veteranos de la guerra. Luego de hacer mis primeras entrevistas,  ya se fue formando una cadena.
Asimismo, mi profesora de gramática me presentó a sus familiares y los contactos fueron tramando una verdadera red donde no solamente recogí testimonios directos, sino el de algunos descendientes, pedazos de cartas, fotos y otros documentos sobre los que hablo en mi libro.


¿Qué fue lo que más le sorprendió o conmovió durante aquellas entrevistas?

En aquel entonces estaba culminando el año 2001 y debo decir que aún encontraba gente con miedo. Me decían “ahora podemos hablar”, pero no sabemos qué pasará el año que viene o el siguiente. Tenían miedo a la probabilidad de que las cosas retornaran a épocas no lejanas. No era un miedo al presente, sino a lo que podría venir.


Mucha gente con la que conversé se mostraba insegura, con la inseguridad de un pueblo que ha vivido bajo el miedo. Todo el tiempo detectaba en mis interlocutores esos reflejos condicionados del miedo.  A veces encontraba cierta reticencia a hablar, pero en general lograba inspirar confianza y eso es lo que me permitió recopilar tanto material, hoy en día volcado en dos libros ya impresos.


¿Cómo era Rusia en el año 2001?

Creo que el 2001 era un momento muy esperanzador. Porque, por un lado había venido el gran destape de los años 90 con Yeltsin, a quien considero un gran héroe –independientemente de sus limitaciones, todos los seres humanos los tenemos- . Mis tres héroes rusos son: Alejandro II, Stolypin y Yeltsin.


Como decía, creo que era un período esperanzador. Desde el punto de vista económico los años 90 fueron una catástrofe, el país había quedado muy empobrecido y se generaba la esperanza de que con Putin se podría mantener la libertad que había inaugurado Yeltsin y al mismo tiempo lograr un cierto crecimiento económico. En ese momento parecía que se mantenía esa especie de velocidad dentro del terreno que se había ganado con Yeltsin y Putin podría mantener un equilibrio entre libertad y crecimiento.


Honestamente, pienso que fue un buen momento para que yo fuera. Me da la impresión que las cosas en Rusia han tomado otro color y la cabeza de la gente es otra. Hace diez años el pueblo conservaba aún muy fuerte el recuerdo de lo que fue la Unión Soviética y era eso justamente lo que a mi me interesaba investigar. Llegué en un buen momento, en el momento justo.


El libro Las Noches Rusas salió a la luz diez años después de su viaje a Rusia. Y, casi de inmediato, apareció La Edad de Plata. ¿Tiene otros planes vinculados con Rusia?

En la tarea literaria las cosas toman más tiempo de lo que uno piensa. Ninguno de mis otros libros me ha costado escribirlo diez años. Pero Las noches rusas tiene 800 páginas y, entre otras cosas, estaba trabajando con información muy delicada que debía ser planteada correctamente. Es un libro de investigación de género híbrido. Hay algo de crónica, de diario, de libro de viaje.

Currículum vítae

Roberto Echavarren nació el 14 de febrero de 1944 en Montevideo, Uruguay. Licenciado en Filosofía por la Universidad Católica de Montevideo, realizó estudios de postgrado en la Universidad Goethe (Frankurt am Main). Más tarde recibió el título de Doctor en Letras por la Universidad de París VIII.


Desde 1976 hasta 1994 fue profesor de literatura española e hispanoamericana en la Universidad de Nueva York. Ejerció también como profesor en la Universidad de Londres, en el Instituto Rojas de la Universidad de Buenos Aires y en la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República en Uruguay.


Es autor de una gran cantidad de poemas, ensayos y críticas. Varios trabajos del autor han sido traducidos y editados en otros idiomas en Europa y América Latina. Recibió el primer premio del Ministerio de Educación y Cultura del Uruguay (MEC) por el ensayo Arte andrógino: estilo versus moda (1998); primer premio del MEC por el libro de poesía Centralasia (2007).


En lo que respecta a La Edad de Plata. Poetas Rusos, en él, aparte de presentar las traducciones de poetas tales como Mandelstam,  Ajmátova, Tsvetáieva, Kliuiev y otros de esta pléyade, comparo la época de Pushkin con la época de Lenin y en los dos casos veo el exterminio de poetas, como forma de sojuzgar el pensamiento libre de la población.


Por ahora,  creo que con estos dos trabajos he logrado cerrar el ciclo ruso. Ese ciclo que siempre me interesó y que me impulsó a emprender este viaje. Quizás en un futuro, surja otro ciclo, pero no lo tengo en vista.  


Muchos de sus libros han sido publicados en otros idiomas, ¿se imaginaría ver Las Noches Rusas traducido al ruso?

Me encantaría que esta obra se editara en ruso. Es algo que sí tengo pensado y estoy procurando la forma de hacerlo realidad.

Es posible que en el tintero del periodista hayan quedado algunos interrogantes, pero seguramente las respuestas de muchas de esas inquietudes se encuentren en las páginas de los libros de Roberto Echavarren. Y como una forma de acercarnos a esa lectura, culminamos esta entrevista con las palabras que el propio escritor plasmó en el prólogo: “Cada libro que compongo me cambia. Me saca de mí e impide que siga siendo el mismo. Paso, a través de mi experiencia personal de la Rusia del siglo XXI, a través de la investigación histórica del siglo XX, hacia una transformación de los horizontes dentro de los cuales juzgamos y experimentamos nuestro presente. Reconstruir cierta experiencia es un juego de verdad y de arquitectura, de narración y de evidencia. El método no es otra cosa que el propio trayecto. Este libro es también una invitación a quienes quieran introducirse en la experiencia de Las noches rusas, para hacer posible una transformación que no sea meramente la mía.”


Datos editoriales


Las noches rusas. Materia y Memoria, Editorial La Flauta Mágica, año 2011, Edición 1


La Edad de Plata. Poetas rusos, año 2012, Edición 1.
 

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