Milagro empresarial en Kaluga

La empresa española Gestamp desembarcó en Kaluga en 2010 con una inversión inicial de 89 millones de euros, destinados a poner en marcha la línea de estampación fría que actualmente produce las piezas de los vehículos Volkswagen Polo Sedan, comercializados en Rusia. Desde entonces, la empresa española ha conseguido nuevos contratos con clientes como PSA (Peugeot y Citroën), Renault, Mitsubishi, Skoda y Autobas, que han obligado a la empresa a acometer obras de ampliación que duplicarán su capacidad productiva.

En época de crisis, con fábricas echando el cierre en toda Europa y con una situación de desempleo dramática en España, Rusia parece ser un oasis de prosperidad. Con una economía creciendo otra vez a un ritmo del 2008, los consumidores rusos, ávidos de vehículos con estándares de calidad europeos, han relanzado el mercado automovilístico, atrayendo a las grandes marcas a producir en suelo ruso.

Como reconoce el director de Gestamp-Kaluga, Josep Rodó, “la trayectoria económica del país favorece el desarrollo del sector automotriz, ya que Rusia está en una situación económica positiva, con un crecimiento muy importante” .

A esto hay que sumar las políticas de exención fiscal en materia de impuestos de propiedades y beneficios que, desde 2006, viene aplicando el gobierno de esta región, situada a 100 kilómetros al sur de Moscú. Su gobernador, Anatoli Artamónov, ha logrado que innumerables empresas extranjeras emigren a su territorio para producir. En el caso de Gestamp, la empresa española ha accedido a cinco años de exenciones fiscales, “no sólo para la inversión inicial sino para las nuevas, como el impulso de 60 millones de euros para la ampliación de las instalaciones en Kaluga, que han de sumarse a los 89  ya invertidos, lo que supone una cifra muy importante de ahorro a nivel de impuestos”, asegura Rodó.

El gobierno de esta región rusa ha logrado su objetivo, atraer a empresas extranjeras y crear riqueza, tanto es así que en la ciudad de Kaluga, de 350.000 habitantes y en la región de poco más de millón y medio, el paro es prácticamente nulo, lo que ha generado un problema inesperado: la falta de mano de obra.

Sirva como muestra, la francesa Peugot necesita 1.200 empleados para poder llevar a  cabo las ampliaciones necesarias el próximo mes. Rodó confiesa que no sabe de dónde podrá esta empresa sacar ese número de empleados. Con el fin de no quitarse entre ellas el personal, las empresas afincadas en la zona han alcanzado un “gentlemen's agreement” que pretende evitar una escalada de los salarios, aunque Rodó teme que sea difícil mantenerlo si no se logran fórmulas para conseguir la fuerza de trabajo necesaria.

Además, las empresas afincadas en Kaluga, y todas las que funcionan en Rusia, se enfrentan a un problema endémico del mercado laboral ruso: la extrema volatilidad de los trabajadores. “El trabajador ruso prima ante todo, y a veces exclusivamente, el salario, por encima de otros atractivos o buenas condiciones laborales”, asegura Rodó. Se trata de una complicación para estas empresas extranjeras que han invertido tiempo y dinero en formar a los trabajadores locales, muchos de los cuales, terminado el periodo de aprendizaje, exigen aumentos de sueldo bajo amenaza de irse. En el caso de Gestamp, los trabajadores rusos han sido formados en el uso de una tecnología hasta ahora inexistente en Rusia, lo que los convierte en muy deseados por otras empresas.

Josep Rodó explica así la situación: “el marco legal empuja al asalariado a primar el suelo sobre otros factores, ya que a diferencia de España, no existe el concepto de 'antigüedad', que incentiva al trabajador a ser fiel a la empresa, y al empresario a no prescindir de los empleados que más tiempo llevan en la casa.  En Rusia este sistema no existe, por lo que un empleado que lleve dos meses o veinte años cobra prácticamente lo mismo en caso de ser despedido. No se incentiva la fidelidad”.

El marco comercial ruso-español necesita un cambio

Si bien Rusia es un país en crecimiento, la inversiones no carecen de riesgo. Depende en gran medida del precio de los hidrocarburos y regularmente sufre diferencias de cambio en las divisas, en ocasiones dramáticas.  

Josép Rodó opina, desde una experiencia laboral de más de doce años en Rusia, que “para favorecer el intercambio comercial entre Rusia y España es necesario avanzar en tres ejes: los visados de trabajo, las aduanas y el entorno legal mercantil”.

Los visados suponen para las empresas españolas un auténtico problema. En muchos casos han de ser renovados cada tres meses y para un español resulta muy complicado obtener un visado de trabajo de un año. Rodó pone como ejemplo a Francia, que aunque sea miembro del espacio Schengen, ha llegado a acuerdos bilaterales con Moscú para facilitar la obtención de visados de trabajo.

La eliminación del actual régimen de visados entre Rusia y la UE, sería, en opinión de Rodó, una excelente noticia. “Facilitaría mucho las relaciones comerciales. Cuanto más fluidez haya en el tránsito de trabajadores, será mucho mejor para hacer negocios de una manera abierta y legal”.

Las aduanas, el segundo punto nombrado por Rodó, continúan siendo un impedimento. “Son un factor conflictivo por la inseguridad que generan a las empresas a la hora de importar equipos y mercancías a Rusia”.

En cuanto al marco legal mercantil, Rodó aconseja siempre tener la mayoría de las acciones en caso de asociarse con una empresa rusa. En caso de que no sea posible, recomienda que se cree una empresa mixta con sede en Europa, para que en caso de conflicto sea el marco legal europeo el que prevalezca.


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