“Todos tenemos un símbolo de nuestra devoción”

El estilo de las road movies es el factor unificador de todos los trabajos expuestos este año en la Bienal de Fotografía de Moscú 2012. Hay maestros de la fotografía europea y estadounidense, y también latinoamericanos. Este año en el Manezh de Moscú se exponen trabajos de dos artistas mexicanos. Una de ellos, Alinka Echeverría, muestra la peregrinación anual a la virgen de Guadalupe. En las fotografías se sigue al peregrino de espaldas, y la sensación física de estar siguiéndolo conlleva una reflexión de carácter metafísico acerca de la búsqueda de la religiosidad en el interior de cada uno de nosotros.

Alinka Echeverría es una fotógrafa de origen británico y mexicano que ha estudiado y trabajado a lo largo de incontables viajes a lo largo de su vida. Se ha formado en su natal México, pero también en Estados Unidos y Europa. Su camino hacia la fotografía comenzó en los cursos de Antropología Social en la Universidad de Bolonia en Italia, y la condujo al Centro Internacional de Fotografía de Nueva York y a la Escuela Nacional Superior de Fotografía en la ciudad francesa de Arles. Actualmente, el portafolio de Alinka incluye proyectos de fotografía en Cuba, Estados Unidos, México, Sudán del Sur. Este último fue publicado en el periódico ruso “Ogoniok” en 2011.

En la inauguración de la Bienal de Fotografía 2012 Rusia Hoy entrevistó a Alinka sobre los viajes interiores y su trabajo expuesto en la capital rusa.

Expones una serie dedicada a la peregrinación a la Virgen de Guadalupe en Tepeyak. ¿Cómo fue el desarrollo del proyecto?

La historia de la aparición de la Virgen de Guadalupe y su significado para la imagen de la Virgen en México y en toda América Latina es de sobra conocido. Cada año entre seis y ocho millones de personas van en peregrinación hasta la Virgen de Guadalupe. La estuve filmando durante tres días seguidos, de seis de la mañana a altas horas de la noche. Si hubiera sido posible, habría pasado más tiempo fotografiando la procesión. En total reuní fotografías de unas 300 personas. Estaba sobre todo concentrada en la imagen de la Virgen y en la representación individual de ella en cada uno de los peregrinos. Aunque la imagen sea una para todos, la creencia la ha individualizado, y cada persona tiene su propia virgen, que lleva consigo durante la peregrinación.

Fotos de Alinka Echeverría

Eliminaste de la serie todos los elementos contextuales. Hay muchas discusiones sobre si es adecuado o no retocar las fotografías. ¿Por qué borraste el fondo original para dejar una figura sobre un fondo blanco?

La idea era darle al espectador algo como una lupa con la que pudiera centrarse en la imagen de la Virgen. En teoría, a mí me gustaría mucho poder fotografiar sobre un fondo blanco, pero esto era imposible, pues alrededor había un verdadero caos. En los días de la peregrinación, el transporte de acceso a la megápolis se vuelve aún más complicado.

Finalmente, escogí 300 fotografías que con su fondo original mostraban demasiada información visual. El color blanco también tiene sus ventajas, pues da iluminación extra a las figuras de los peregrinos y de la misma Virgen. De modo que las figuras en las fotografías quedaron rodeadas por un vacío y un espacio sin límites. Este vacío da la sensación de ver algo mayor y hace que la peregrinación quede fuera del tiempo y del espacio. Convirtiéndose así, en una materialización del camino espiritual de cada persona.

Las fotografías muestran a los peregrinos de espaldas. ¿No querías molestarlos o no querían que los fotografiaras?

Desde el principio el ángulo desde el que iba a fotografiar estuvo determinado por el concepto del propio proyecto. Suele ser así habitualmente. En este caso, cada peregrino lleva una imagen de la Virgen a la espalda, que fue lo que determinó qué recurso debía usarse para tomar la foto. Además, me interesaba sobre todo mostrar cómo se expresa la personalidad a través de la fe, en este caso, en la devoción a la Virgen. Por eso la despersonalización fue determinante.

Los peregrinos no fueron un problema para mí al hacer las fotografías. Naturalmente, cuando les fotografiaba la cara no estaban muy contentos. Pero es lógico, muchos de ellos habían recorrido un largo camino a pie durante más de una semana. Pero en general, todos están muy orgullosos de su propia Virgen, y por eso nadie se opuso. De los 300, sólo uno no quiso quedarse atrás y no ralentizó el paso. Iba muy rápido y era obvio que tenía mucho dolor. A los que fotografié en el último tramo intenté molestarlos aún menos. La peregrinación es también un reto en el sentido físico. Desafortunadamente, debido al caos fue imposible recoger sus datos y contactos. Por eso son peregrinos anónimos.

Se tiene la sensación de que tú misma hiciste esta peregrinación. ¿Cuál fue el camino que recorriste desde la antropología social a la fotografía?

En un principio empecé a estudiar antropología social porque me interesaba mucho el mundo que nos rodea. Me parece asombroso observar cómo la gente entiende este mundo, ver cuántos puntos de vista diferentes existen, cuántas formas diferentes de conocimiento y manifestaciones de las emociones interiores humanas, cuántas búsquedas por medio de nuestra fe religiosa.

Pasé dos años en África, en Uganda y Malavi. Trabajé con una organización no gubernamental que apoya la lucha contra el SIDA entre niños y adolescentes. Entonces me di cuenta de que quería ser fotógrafa, contar historias a través de imágenes. Al principio lo hacía sólo para mí, pero después decidí estudiar fotografía periodística profesionalmente. Tras diferentes proyectos me di cuenta de que me iba alejando cada vez más del reportaje y de la fotografía periodística, y me gustaba mucho más la fotografía conceptual, experimental. Por ejemplo, los trabajos que hice cuando estaba en Cuba son mucho más conceptuales. La idea que surgió estaba unida a la historia del país que yo quería contar. 'Los caminos a Tepeyak' puede parecer un proyecto de tipo documental. Pero la verdad es que ya hay demasiados reportajes dedicados a la Virgen de Guadalupe y a la peregrinación anual. Yo quería darle otro ángulo, verlo todo desde otra perspectiva. La gente dirige su fe hacia esa imagen en concreto. En un sentido más amplio y general, todos la necesitamos, todos tenemos una imagen propia y un símbolo de nuestra devoción. Por eso, para mí este proyecto no es documental, aunque suene extraño, pero dirigí la lente y la lupa hacia el interior de las cosas.

¿Cómo fue tu camino hasta Moscú? Incluso tu nombre, Alinka, suena como un nombre ruso.

A mi madre siempre le gustó este nombre. Así se llamaba la protagonista de varios cuentos rusos que mi abuelo le contaba. En casa siempre hubo muñequitas rusas, matrioshkas de madera. Por mi nombre y las matrioshkas siempre quise venir a Rusia y pasar aquí un tiempo. Uno de mis sueños es viajar en el Transiberiano.

Esta es la primera vez que vengo a Moscú por invitación del equipo de la Bienal de Fotografía. Naturalmente conozco un poco la historia del país, los hechos políticos, la cultura, y por supuesto, la pintura. Siempre quise venir y verlo todo con mis propios ojos.

Siempre tomas fotografías en diferentes países. Dejando volar un poco la imaginación, ¿qué proyecto harías en Rusia? ¿Cuál sería la historia? ¿Qué sería para interesante fotografiar aquí en Rusia, o en Ucrania, o en Europa?

Sí, sería muy interesante, pero seguramente el proyecto no tendría nada que ver con política o historia. Me interesa mucho el tema de las creencias y los rituales, los sistemas de fe en las imágenes, en la tradición oral, en las historias que contaba la abuela. El tema de la fe me sigue interesando mucho, pero en un sentido más general, no en el sentido estrictamente religioso. No es necesario dejar volar la imaginación muy lejos, pues ya pienso en un nuevo proyecto. Por eso no puedo contar los detalles.

Los visitantes de la Bienal de Fotografía de Moscú podrán realizar su propio viaje para contemplar a la Virgen de Guadalupe, y reflexionar sobre los símbolos y las imágenes de la fe hasta el 9 de mayo en el Manezh de la capital rusa.

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