Lev Gumilev se vio confinado unos 16 años en diferentes Gulags. Fuente: RT
Durante su vida (1912-1992) Lev Nikolaevich Gumilev ejerció como polémico historiador, siendo marginado y perseguido tanto por sus provocadoras teorías como por su afiliación familiar (su padre fue asesinado en 1921 y su madre enclaustrada en la Fontanka por orden de las autoridades bolcheviques). Así, sus teorías fueron consideradas como no académicas hasta sus últimos días, y se vio confinado unos 16 años en diferentes Gulags.
Y aun así, Gumilev es considerado no sólo el padre de la etnología rusa sino el mayor referente académico de la Rusia postsoviética, según un estudio liderado por el investigador Nikolái Koposov (quien preguntó entre los estudiantes de varias universidades rusas). Además, en los últimos años se han creado en San Petersburgo una fundación y un museo con el nombre de Gumilev, todos sus escritos han sido republicados en la “Biblioteka Gumileveica”, se han hecho varios documentales sobre su vida y a la principal universidad de Kazajstán se le ha denominado “Universidad Eurasiática Lev Gumiliev”.
A lo largo de sus escritos, Gumilev explica cómo el entorno influye de forma decisiva en el devenir de los pueblos, situando el concepto de “etnos” en el centro de su argumentación. Para Gumilev, la etnicidad sería un fenómeno -más biológico que social ligado directamente al ambiente, como un animal está ligado a su hábitat. Así, la principal característica de una etnia sería que “las normas de comportamiento” están ligadas “a las formas de adaptación al terreno”.
En este sentido, Gumilev recuperó la idea de auge y decadencia de las etnias –en contraposición con el principio histórico de desarrollo y la idea de progreso-, e introdujo un condicionante energético (“passionarnost”) como el principal motor de las etnias, según el cual las comunidades con más “pasión” absorberían a aquéllas con menos.
Como complemento de su historia marcada por las etapas de ascensión y decadencia de los pueblos, Gumilev especificó que existen comunidades más proclives a conquistar que otras, poniendo el ejemplo de romanos, francos o sajones (“más heroicos”), y el de judíos o florentinos (“más mercaderes”). Sin embargo, para Gumilev, el contacto entre diferentes etnias no llevaría necesariamente al conflicto, especificando además tres tipos de contactos: Xenia (harmonioso), Simbiosis (complementario) y Quimera (asimilación), señalando el tercero como el más común a la vez que más peligroso por su carácter “antisistema”.
Además, Gumilev criticó uno de los “mitos oscuros” de la historiografía europea, que atribuye un carácter bárbaro a los pueblos nómadas, estudiando los restos de los pueblos de Asia Central y la herencia cultural de la horda de oro en Rusia. Como conclusión, Gumilev exponía que los rusos y estos pueblos nómadas son “perfectamente complementarios” y comparten la experiencia de habitar el mismo territorio.
Para Gumilev el proceso de etnogénesis se desarrolla de acuerdo con la segunda ley de la termodinámica, según la cuál un impulso original de energía será gradualmente aplicado al mismo tiempo que la entropía material aumenta.
Extrapolada de las leyes físicas a las sociales, Gumilev justifica de esta manera el continuo auge y decadencia de las civilizaciones, elaborando varios gráficos y comparaciones en los que concluye que todo el proceso suele durar entre mil doscientos y mil quinientos años.
El cambio se explica por una radiación energética (“passionarnost”) que él cree proveniente del entorno (no regional sino cosmológico). En última instancia, Gumilev considera que el influjo y agotamiento de la energía en los hombres se debe a una auto regulación de la naturaleza, para evitar la destrucción por el desarrollo tecnológico humano. Así, para el historiador peterburgués la realidad se reduce a tres principios: el geográfico, el étnico y el cultural, siendo los dos primeros esenciales y objeto de estudio científico, y el tercero una mera consecuencia y objeto de las humanidades.
Para Gumilev, el historiador es un mero arqueólogo y concluye que su teoría tiene una utilidad práctica “como la meteorología: no podrá prevenir la lluvia o los huracanes, pero permite que la gente se prepare para ellos”.
Tanto los referentes históricos y científicos del trabajo de Gumilev, como su devenir político posterior resultan especialmente significativos. Entre las principales influencias de Lev Nikolaevich se encuentran los estudios elaborados por geógrafos rusos de finales del siglo XIX como Dokuchaev, Solovev, Winogradski, Kliuchevski, y contemporáneos como Vernadski, Berg o Timoféev Resovski. No obstante, en su afán de relacionar ciencias sociales y naturales también menciona (sobre todo en entrevistas y correspondencia) los trabajos de historiadores como Karamzin y el grupo de eurasianistas exiliados en Praga durante los años 20.
En cuanto al devenir político, Gumilev ha tenido seguidores importantes en casi todas las áreas de la práctica cultural rusa: desde académicos como Tsimburski, a políticos como Ziuganov, Nazarbayev o Zhirinovski, pasando por ideólogos como Dugin o Panarin. Además, sus teorías se han discutido con frecuencia en los medios de comunicación rusos (no siempre al pie de la letra), y han influido la política exterior del país desde 1996, año en el que Yevgueni Primakov fue nombrado ministro de exteriores de la federación.
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