Argentina y Rusia comparten objetivos

Victor Koronelli, Embajador de la Federación de Rusia en Argentina. Foto proporcionada por la Embajada Rusa.

Victor Koronelli, Embajador de la Federación de Rusia en Argentina. Foto proporcionada por la Embajada Rusa.

“Estoy profundamente convencido de que las relaciones entre nuestros países están condenadas al éxito”, afirmó a Rusia Hoy Victor Koronelli.

El diplomático, que recientemente presentó sus cartas credenciales a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, destacó la cordialidad con la que fue recibido por la jefa del Estado argentino.

“En virtud de la práctica del protocolo, casi no hubo una conversación bilateral. La ceremonia fue muy corta. Ese mismo día, seis embajadores entregamos nuestras cartas credenciales. Me pareció que la presidenta se detuvo a hablar con el embajador de Rusia un poquito más que con el resto. Puede que me equivoque, que sea obra de mi propio deseo. Pero me pareció que conmigo estuvo un minuto más. Me causó una gran impresión que, al margen del protocolario intercambio de saludos y gentilezas, la presidenta recordara con gran calidez y precisión su viaje a Moscú en diciembre de 2008. Recordó precisamente la Moscú nevada, su paseo por el Kremlin y pidió transmitir sus saludos más cálidos al presidente Dmitri Medvédev y al primer ministro Vladímir Putin, con quienes ella se reunió en aquella ocasión”.

¿En qué se basan estos contactos políticos? ¿Existe algún acuerdo de principios en este ámbito?


Quizá nunca antes haya existido un diálogo político tan intenso como ahora. Resalto los encuentros al más alto nivel. Los jefes de ambos Estados tienen la posibilidad de entrevistarse periódicamente en las cumbres del G20 y trabajar en conjunto en este ámbito. Tenemos un diálogo muy intenso a otros niveles. La Comisión Intergubernamental opera con eficacia. Se mantienen contactos regulares entre las Cancillerías de ambos países. En lo que respecta a los contactos políticos por esta vía, el canciller argentino Héctor Tímerman, visitó Rusia en mayo del año pasado. Pocos meses después, en septiembre, ambos ministros mantuvieron un encuentro muy constructivo en Nueva York.

Tenemos un plan de acciones conjuntas, lo que implica que contemos con una “hoja de ruta”. Este plan se preparó y fue suscrito por los dos ministros tras la visita de la Señora Presidenta a Rusia. En la práctica ya se ha cumplimentado totalmente. Durante el encuentro  de la Asamblea General de la ONU, celebrado en Nueva York, nuestros cancilleres firmaron la actualización del mismo, lo que presupone la ejecución de nuevas acciones para fortalecer esta asociación estratégica.

¿En este plano, además de estos encuentros de alto nivel, existe una agenda operativa?


En los departamentos específicos de ambas cancillerías se realiza un amplio trabajo. Consultas, comprobación de posiciones, intercambio de puntos de vista, etc. A principios de noviembre estuvo con nosotros el director del Departamento de nuevos desafíos y amenazas de nuestra Cancillería para tratar cuestiones como el combate contra el crimen internacional, el narcotráfico y el terrorismo. Nuestro funcionario mantuvo un diálogo muy constructivo con sus colegas argentinos. A fines de noviembre, se realizará una actividad similar con el director del Departamento de desarme de nuestra Cancillería. Además, en diciembre visitará Buenos Aires el director del Departamento de América Latina, que me precedió en el cargo de embajador de nuestro país en la Argentina.

¿Cuál será la dirección que tomará la Embajada?


Mi tarea, como cualquier embajador, es trabajar en aras de mi Patria y en el desarrollo de   relaciones exitosas y beneficiosas con el país de destino. Cosa que intento cumplir. Hay muchas tareas específicas, además del mantenimiento del diálogo político. Por ejemplo, promover el desarrollo de las relaciones económicas y comerciales concretas.

En cuanto a importantes proyectos económicos, debe realizarse en la Argentina la licitación para la construcción de una nueva central nuclear. La parte rusa tomará parte en esta licitación y aunque no quiero hacer predicciones, nosotros estamos mentalizados para ganarla. Si así ocurre, significará uno de los pasos más importantes en nuestras centenarias relaciones. También estamos trabajando en proyectos vinculados con el espacio exterior. “Roskosmos” y la CONEA están organizando la instrumentación en la Argentina del sistema “GLONASS”, análogo al GPS norteamericano, con el que además es compatible. Es más, ya se han definido los puntos concretos en la Argentina para las estaciones terrenas. El trabajo marcha hacia adelante. No quiero precipitarme, pero este asunto es muy interesante porque, además, está vinculado con la utilización de nuevas tecnologías.

Hay toda una serie de proyectos energéticos, que como usted sabe, serán presentados por la misión empresarial que arribará a Buenos Aires la semana próxima. Creo que estas misiones son muy útiles. No se trata de seminarios que dan un panorama general, sino de analizar las posibilidades de establecer nuevos contactos de negocios. Si se generan resultados concretos a partir de estos contactos, será todo un éxito.

Hay buenas perspectivas en otros sectores. Hace muy poco recibí una propuesta muy interesante del gobierno de la región de Riazán, referida a la posible cooperación en ganadería. Las autoridades de esta región de Rusia Central, cuya principal actividad agropecuaria es precisamente la cría de ganado vacuno, plantean la posibilidad de desarrollar esta crianza en sus pastizales. No limitarse a la importación de carne, donde hay cuotas y otras complicaciones, sino pensar en desarrollar el ganado en Riazán. Puede ser a través de la importación de material genético argentino. Si existe un interés concreto por esta propuesta, contactaré directamente a los interesados con las autoridades regionales. Este proyecto me parece muy atractivo. Nuestra tarea radica en acercar a las partes. Hay más que suficiente trabajo.

En materia de relaciones económicas, no hay ninguna duda de que la cooperación entre los bancos de ambos países es fundamental. Hace quince años se firmó en Moscú un tratado entre los bancos centrales que nunca fue ejecutado. ¿Qué es lo que ocurre ahora en ese trascendente sector?


En ese sentido, aunque por ahora carezco de información, puedo decirle que a fines de febrero próximo llegará a Buenos Aires una delegación de banqueros rusos, encabezada por el titular del Consejo Empresario Ruso Argentino, Dmitri Titov, quien también tiene su propio banco. Sin acuerdos entre nuestros bancos es difícil desarrollar la acción económica conjunta.

¿Volverá Aeroflot al aeropuerto de Ezeiza? No hace mucho tiempo estuvo en Buenos Aires el representante de la aerolínea rusa para América del Sur, Evgueni Jérdiev, y se entrevistó con autoridades nacionales con ese motivo.


Últimamente Aeroflot manifiesta su interés por reanudar los vuelos a América Latina, entre ellos el que semanalmente unía Moscú con Buenos Aires. No puedo darle más información al respecto simplemente porque no existe. Hoy en día, entre los destinos latinoamericanos de Aeroflot sólo está Cuba, además de los vuelos chárter, junto con Transaéreo, a la República Dominicana y México.

Juan Carlos Kreckler, embajador argentino en Rusia, también acaba de comenzar su misión en Moscú. ¿Mantiene usted una línea de acción coordinada con él?


Conozco al embajador Kreckler, pero además, debido a gran cantidad cuestiones que requieren coordinación y esfuerzos conjuntos, estamos en permanente contacto por correo electrónico.

Él es un amante de este tipo de comunicación.


Sí, le gusta mucho y como norma general, solemos contactar cada día y medio. Pero si hay necesidad cualquiera de los dos toma el teléfono. En estos días tuvo lugar en Moscú  un encuentro de alto nivel sobre inversiones recíprocas, en gran parte gracias a la iniciativa y el esfuerzo de Juan Carlos Kreckler. Aquí, la próxima semana se realizará una actividad análoga con empresarios rusos del ámbito energético, como ya lo comentamos. En general en todo lo que referido a la logística y a la organización de estos encuentros, estamos en contacto permanente con el embajador Kreckler.

Hay algo que resultó ser una divertida casualidad. Kreckler y yo nacimos el mismo día. En distintos años, pero los dos cumplimos años el 9 de febrero. Fue algo inesperado que nos descubrió el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, cuando me entregó las cartas credenciales con las que vine a la Argentina. Según nuestras tradiciones, en esta ceremonia está presente el embajador del país al que uno es destinado.

¿Cuáles fueron sus primeras impresiones al llegar a Buenos Aires?


El perfume de la carne asada, los problemas de tráfico, casi como los que hay en Moscú y lo tercero, y más destacado, los paseadores de perros. Estas enormes jaurías de diez o quince perros que se pasean por las calles llevadas por un personaje que maneja sin problemas todas las correas. Estas, realmente, fueron las primeras impresiones que seguramente nunca olvidaré.

La segunda impresión en la que me reafirmé fue en la realidad de nuestras relaciones. Se desarrollan de una forma muy dinámica y están en constante incremento. Otra impresión que no puedo dejar de destacar es el alto grado de profesionalismo que ostentan mis colegas de la Cancillería argentina. Son diplomáticos excepcionalmente calificados, preparados, con los que es agradable y útil trabajar.

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