¿Votar o vigilar el fraude?

El presunto fraude electoral durante los comicios parlamentarios ha fomentado el activismo ciudadano. Foto de RIA Novosti.

El presunto fraude electoral durante los comicios parlamentarios ha fomentado el activismo ciudadano. Foto de RIA Novosti.

Los ciudadanos rusos se acercaron a las urnas este 4 de marzo para elegir al nuevo presidente del país. El presidente actual, Dmitri Medvédev, decidió no presentarse a una segunda legislatura y apoyar la candidatura del actual primer ministro, y también expresidente, Vladímir Putin. Este se enfrentaba a candidatos como el millonario y exlíder del partido “Causa Justa”, Mijaíl Prójorov; al líder del Partido Comunista Guennadi Ziugánov; al jefe del partido “Rusia Justa”, Serguéi Mirónov y a Vladímir Zhirinovski, líder del Partido Demócrata Liberal.

Se ha informado de que en las elecciones parlamentarias de 2011 tuvieron lugar numerosas falsificaciones e infracciones. Estos hechos provocaron protestas sociales que desembocaron en una serie de manifestaciones en el centro de Moscú para apoyar unas elecciones limpias. El presunto fraude electoral durante los comicios parlamentarios ha fomentado el activismo ciudadano entre muchos rusos, que decidieron presentarse voluntarios para actuar como observadores durante estas elecciones presidenciales de 2012.

Kira Tvesrkaya ha sido voluntaria en Golos, organización cuyo objetivo es impedir el voto fraudulento durante las elecciones. “Tuvimos que visitar ocho colegios electorales, como mínimo”, afirmó  Tvésrkaya. “Nuestra tarea era llevar un registro de las posibles violaciones de la ley, que iban desde impedir que los observadores hicieran su trabajo en los colegios hasta la práctica conocida como “el carrusel”, que consiste en fletar autobuses llenos gente que recorre los colegios electorales depositando sus votos una y otra vez. En la práctica, tuvimos que reunir toda la información sobre el número de votantes en cada colegio, incluyendo el voto por correo y a los votantes sin empadronamiento permanente. Según vimos más adelante, cada colegio que visitamos reunió entre dos y tres mil votantes”

A la pregunta sobre las infracciones en los colegios, Tverskaya respondió afirmando que en ocasiones se les impidió la entrada a los colegios a los observadores del Partido Comunista. “Los miembros de la mesa de ese colegio explicaron que los observadores de los comunistas ya habían estado allí”, añadió Tverskaya. “De cualquier modo, en mi presencia no se le ha impedido a ningún observador moverse por el colegio, grabar vídeos o sacar fotos. Sin embargo, algunos miembros de la mesa electoral nos pidieron que cubriésemos un impreso para solicitar el permiso de grabar en las urnas. Además, vimos algunos votantes sospechosos, gente muy joven que seguramente no estaba empadronada. Parecían muy nerviosos mientras votaban”.

Lesia Riabtseva, de la Universidad Estatal Rusa de Humanidades, también fue observadora en el colegio electoral número 1210. Empezó a sospechar cuando se percató de que algunos miembros de la mesa daban dos papeletas a gente que quería depositar también el voto de algún pariente. “Aunque las elecciones me parecieron honestas, me quedé bastante sorprendida cuando una mujer llegó a la mesa y dijo que quería votar también por su marido”, dijo Riabtseva, “y el presidente le dio dos papeletas. Me pareció muy extraño”.

Del mismo modo, se sorprendió cuando dieciocho empleados de una compañía situada en las proximidades del colegio electoral votaron juntos, aunque no tuviesen derecho a votar allí. “Como explicaron los miembros de la mesa, la dirección de la compañía pidió permiso para que votasen en ese colegio porque no se podía interrumpir el proceso de trabajo en la firma”, afirmó Riabtseva.

Pero, mientras los observadores tomaban nota de las presuntas irregularidades, los jóvenes votantes rusos elegían a sus canditatos.

“Yo he votado a Vladímir Putin, porque ha demostrado que es un líder fuerte que cumple sus promesas”, dijo  Maxim Rudnev, de 23 años, que estudia en la Academia Rusa de Derecho y Gestión Pública. “Sus palabras y sus hechos nunca se contradicen. Fue él quien trajo la estabilidad al país y mejoró la imagen de Rusia”.

“Yo he votado a Guennadi  Ziugánov, del Partido Comunista, porque creo que creo que es el mejor candidato de la oposición rusa, el que propone el programa y las ideas más adecuadas”, dijo Iliá Ovcharenko, de 21 años, un estudiante del último curso de Historia en la Universidad Regional del Estado de Moscú.

Artem Avtandilov, que estudia Ingeniería en la Universidad Técnica del Estado de Kazán votó a Mijaíl Prójorov. “Aunque no tiene una gran experiencia en política de alto nivel, creo que es el único candidato que puede introducir cambios positivos en nuestro ineficiente sistema político”.

Pero también hay algunos estudiantes reacios a acercarse a las urnas. Por ejemplo, Airat Bagadtiunov, de 24 años, estudiante de la Escuela Superior de Economía, se negó a votar. “No encontré ningún candidato que se mereciese la presidencia del país”, dijo. “Por supuesto, entre ellos hay algunas opciones aceptables, pero aún así, no voté”.

Del mismo modo, Tatiana, de 21 años y estudiante de periodismo de la Universidad Estatal de Moscú decidió no votar porque considera que las elecciones eran demasiado predecibles. Tatiana no cree poder hacer nada para cambiar la situación. “El día de las elecciones vi única y exclusivamente un obra de teatro bien montada”, dijo. “Cada candidato representaba su papel sobre el escenario”.

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