Ilustración del libro de Gumiliov
Nicolái Gumiliov, poeta desconocido en España, fue uno de los fundadores del “acmeísmo” junto a Anna Ajmátova (con quien estuvo casado ocho años) y Ósip Mandelstam, en oposición a la corriente simbolista que predominaba en esa época.
No estamos en el mundo, solo estamos en un solar perdido a sus espaldas; allí donde un verano somnoliento despacio, va hojeando, meridianas, las páginas azules de los días.
La fuerza de la palabra sencilla, la concisión de sus versos, el exotismo visual de las imágenes y su enorme melancolía, caracterizan el estilo de este autor que vivió una vida de explorador y de héroe. Lo primero se debe a sus viajes por el Norte de África y Abisinia que le inspiraron poemas como “Jirafa”
…Te cuento las historias de esas tierras de una negra princesa y de su amado. Más tú ya has respirado mucha niebla y crees en la lluvia solamente…
Del continente africano se llevó a Rusia una espléndida colección arqueológica que hoy se aloja en el Museo Etnográfico de la Academia de Ciencias Rusas en San Petersburgo.
Su condición de héroe fue por su participación en la I Guerra Mundial en el cuerpo de élite de la caballería rusa por lo que fue condecorado dos veces con la cruz de San Jorge. Sin embargo, tras el triunfo de la Revolución Gumiliov fue detenido por la cheka acusado de traición y fusilado en 1921.
Su primer libro, El camino de los conquistadores (1905) lo escribió en París, en donde dirigió la revista Sirius. A partir de 1907 inicia una serie de viajes por Italia, Francia y África, continente por el que siente una especial atracción y que influirá poderosamente en su obra: Flores románticas (1908); Las perlas (1910); El carcaj y La hoguera (1918); El cielo ajeno (1921); Tienda de campaña y Columna de fuego, publicado el mismo año de su muerte.
Durante setenta años, el régimen soviético fue implacable con los intelectuales traidores. Su lenguaje para con ellos fue la bala, la prisión o el silencio. Fusiló a Gumiliov, Bábel, Mandelstam, Pilniak…y se silenció a Bulgákov, Platónov, Ajmátova o a Zóschenko. Después de su fusilamiento, la poesía de Gumiliov quedó relegada al ostracismo, lo mejor que le puede pasar a un escritor para que su obra perdure en el tiempo. Los poemas de Nikolái Gumiliov, incluido su Jirafa fueron copiados a mano en la clandestinidad. “Por las noches se arriesgaban a prestar a gente la lectura secreta e inconfesada” de uno de los poetas más influyentes del Siglo de Plata.
La obra del autor cuya selección de poemas, “El diablo listo y otros poemas”, llega estos días a las librerías españolas, tal y como ocurrió con la obra de otros colegas escritores como él, vio la luz durante la perestroika, momento en el que se abrieron las puertas a la libertad creativa y de expresión.
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