¿Vientos de cambio o una brisa?

Foto de Ruslán Sujushin

Foto de Ruslán Sujushin

Las protestas de este fin de semana en contra del fraude electoral —las mayores de los últimos diez años— reunieron entre 25.000 y 100.000 personas en el centro de Moscú. Mientras algunos analistas aseguran que marcarán el renacimiento de la sociedad civil, otros pronostican que caerán en el olvido a causa de las fiestas navideñas.

 Las manifestaciones fueron un éxito

 “El sentimiento de poderosa serenidad y rectitud fue asombroso”, declaró Borís Dubin, titular de investigaciones sociopolíticas del Levada Center (el mayor grupo independiente de encuestas de Rusia) acerca de las manifestaciones en la plaza Bolótnaya. Añadió que esta sensación fue aún más sorprendente, sobre todo tras los acontecimientos de los años 90, caracterizados por la extrema agresividad y los años 2000, de una absoluta indiferencia.

Stanislav Kucher, comentarista político de la radio Kommersant FM, aseguró que las manifestaciones del sábado fueron un éxito. Por su parte, el presidente Dimitri Medvédev también realizó varios comentarios en su página de Facebook y manifestó su voluntad de entablar conversaciones con la oposición.

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“Las autoridades rusas harán grandes concesiones [a la oposición]. Las emisiones de televisión federal se refundarán y se modificarán drásticamente. Los bares, los programas de televisión y las emisiones de radio se convertirán en lugares de debate público, algo esperado desde hace mucho tiempo. Las elecciones presidenciales serán [competitivas] y se llevarán a cabo sin [el presidente de la Comisión Electoral Central, Vladímir] Chúrov. [Aunque] no debemos esperar que ocurra nada significativo antes del próximo año”.

Según un editorial del periódico financiero Védomosti, las manifestaciones del sábado podrían verse como un permiso para que la sociedad civil rusa organice actividades [similares]. “Los [manifestantes] continuarán participando en protestas, en especial cuando comience la campaña electoral para las elecciones presidenciales el año próximo”.

Las manifestaciones simplificaron y complicaron, simultáneamente, el diálogo del tándem con Occidente, escribió Konstantin von Eggert, comentarista de asuntos internacionales de Kommersant FM. Por un lado, las autoridades rusas pueden afirmar ahora que tienen el control del país y que se respetan los derechos democráticos. Por otro lado, ya no pueden declarar que la causa de las manifestaciones son personas como Hillary Clinton, afirmó Eggert.

“¿Y ahora, qué? Nada”

Gazeta.ru se mostró mucho más pesimista respecto al futuro político del país: “Los mandatarios rusos no harán concesiones ni tampoco satisfarán las demandas de los manifestantes”, según un editorial. Asimismo, el comentario de Medvédev en Facebook demostró que tiene intención de investigar las irregularidades cometidas, aunque no expresó cercanía con el resto de quejas.

Después de observar a los manifestantes, Andréi Kolésnikov, del periódico Kommersant, concluyó que había presenciado un oxímoron: “una protesta de gente satisfecha”. Elena Racheva, de OpenSpace.ru, fue más contundente: “No se puede alterar la política mediante los 'me gusta' de Facebook o el retwiteo de vídeos de múltiples votaciones. No se crea un movimiento de oposición por escribir 'váyanse a la m***' en un cartel y agregando números de teléfono de abogados a tu libreta de contactos. Incluso solicitar en una resolución la demanda de nuevas elecciones no me parece suficiente... ¿Y ahora qué toca?  Creo que nada”.

Buscando una alternativa

“Debemos crear un sistema alternativo desde cero. Debemos reunir a economistas, abogados y gente muy preparada para encontrar mecanismos de trabajo que puedan reemplazar el sistema existente a través del debate”, afirmó Nikita Petujov, viceredactora jefe del periódico Moskóvskie Nóvosti. “Al menos, es la única forma de intentar crear un sistema estatal que se convierta en una sólida alternativa al actual”.


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