«El joven Liova»

Marcos Aguini y la portada de su libro

Marcos Aguini y la portada de su libro

Los primeros pasos del que llegaría a ser líder de la Revolución bolchevique y posterior rival de Stalin son abordados por el autor argentino Marcos Aguinis en su último trabajo, «El joven Liova» (Plaza&Janés). Este combinado de novela aventuras y de relato de iniciación, presentado recientemente en Madrid, se centra en la fase biográfica más desconocida del revolucionario soviético y ahonda en la constitución moral y mental del dirigente en ciernes. Entre los episodios novelados figuran sus estudios en Odesa, el descubrimiento del amor, la organización de la Liga Obrera del Sur de Rusia, la encarcelación y el destierro a Siberia, su periplo extenuante por diversas ciudades europeas y la relación con Lenin.

En la siguiente conversación, hablamos con el escritor sobre algunos aspectos de la controvertida personalidad del político y teórico ruso.


-¿Por qué se decidió a escribir sobre la niñez y juventud de Trotski en un texto de ficción?

Porque se trataba de un genuino joven idealista. Ahora el idealismo está devaluado y se lo considera ingenuo o pueril. Esto conduce a quemar el fuego de la juventud en las drogas o diversiones frívolas. Prefiero a quienes se enamoran de valores y luchan por ellos. Además, esa parte de la vida de Trotski fue la menos trabajada. Contiene tantas peripecias que no pude frenar mi tentación de reescribirlas y llenarlas de color.


-De niño Liova es un niño inquieto, rebelde incluso, y muy observador al que le encanta formular preguntas, además de dar muestras de una gran sensibilidad. ¿Son éstas las características indispensables que debe aglutinar un gran revolucionario?

No necesariamente. Se pueden encontrar historias diferentes. Pero la mayoría coincide con estas características. Forman una suerte de conglomerado que empuja a correr riesgos, soportar inclemencias y esmerarse por alcanzar objetivos que cambien en algo al mundo.

-El joven Liova se marcha a estudiar a Odesa y allí entra en contacto con la intelectualidad. ¿Es su paso por Odesa lo que marca definitivamente el desarrollo de su vida política?

Me parece que sí. En Odesa transcurre su pubertad y adolescencia. Vive experiencias muy diferentes a las de la aldea donde pasó su infancia. Incluso se inicia en el amor. También descubre las disputas ideológicas y comienza a bordear los peligros de la represión.

Marcos Aguini. Foto de Marta Rebón


-La enemistad con Stalin se anuncia ya desde la primera vez que se encuentran, escena que usted narra en su libro. ¿Eran personalidades antagonistas?

El encuentro que se narra en mi libro ocurrió de verdad. Y no me fue difícil pintar sus diferencias a partir de los documentos que existen sobre el pasado de cada uno. En efecto, Stalin fue distinto a Trotski desde el comienzo. Mientras Trotski se dedicaba a estudiar, Stalin asaltaba bancos. Trotski era alguien que amaba las artes y quería ser escritor. Stalin fue rudo, por eso nunca gozó de la simpatía de Lenin.

-La relación entre Lenin y Trotski es compleja. A veces, incluso adopta tintes paterno-filiales…

Fue, en efecto, una relación conflictiva, que después usó Stalin para derribar, exiliar y demonizar a Trotski. Lenin era más severo y duro, aunque dueño de un pluma vigorosa y gran talento para el liderazgo. Lo quiso paternalmente a Trotski, en efecto, al extremo de firmar un documento que lo designaba su sucesor. Pero Trotski, según colijo de mis investigaciones, no dejaba de mantener una tendencia socialdemocrática, más que bolchevique. Este era un permanente punto de fricción con Lenin.

-La vida de Trotski está jalonada de múltiples viajes y huidas… Quizás uno de los momentos más duros es cuando se ve forzado a abandonar a su mujer e hijas en el exilio siberiano para proseguir con su actividad revolucionaria. ¿Anteponía Trotski sus ideales a sus vínculos personales?

Aunque parece cierto que su esposa Alexandra lo empujó a huir dejándola a ella en Siberia con sus dos hijitas, era un hombre con afectos intensos. Lo revela su vínculo con su segunda mujer y sus dos nuevos hijos. Pero coincido con usted en el sentido de que prevalecía su sentido de misión. Esto lo acerca a un campo que me disgusta: el fanatismo.

Portada del libro de Marcos Aguini, "El Joven Liova"

-Trotski era un escritor incansable, un grafómano incluso, que no dejaba descansar la pluma ni en situaciones adversas como la cautividad. ¿Su vocación de escritor era mayor que la de llegar a ser un gran revolucionario o en su caso van de la mano?

En varias ocasiones dijo que su vocación era la literatura. Incluso en los hirvientes momentos en que toma el poder. Pero es evidente que esta
vocación, como usted dice, iba de la mano con la otra, la revolucionaria.

-He leído unas declaraciones suyas con respecto a que Trotski hoy en día no sería trotskista. ¿Podría desarrollar brevemente esta idea?

El trotskismo, como la mayoría de los "ismos", se refiere a algo congelado, calcificado. El trotskismo es una construcción basada en frases o expresiones propias de otro momento. Al querer aplicarlas a otras circunstancias, se las aleja de su verdad o razón de ser. Una cosa es el hombre Trotski, que absorbía informaciones, las procesaba y corregía muchas veces. Pero otra cosa es la repetición de eso mismo en otra época o contexto. Es obvio que el Trotski real era más inteligente y flexible que los trotskistas posteriores.

-Hacia el final de la novela pone en boca de Trotski estas palabras: «La revolución es grande, pero no ha terminado con los imbéciles». ¿Era Trotski un utópico que siempre tocó con los pies en el suelo?

No siempre, y lo muestro en varios capítulos. Pero se esmeraba por observar objetivamente la realidad. Por otra parte, su tiempo fue muy confuso. Reveló un talento de organizador que fue hasta una sorpresa para Lenin, porque durante la revolución de Octubre podía caer la caótica Rusia en el más oscuro precipicio. Tal vez el precipicio fue la revolución, que canceló el triunfo de un socialismo democrático. Trotski desempeñó un protagonismo central y se convirtió -aunque sin esperarlo- en alguien que marcó a casi todo el siglo XX con su sucesión de avances y de barbaries. Por eso no se lo puede olvidar. Y por eso me entusiasmó viajar por los años de su formación, que lo llevaron a semejante cúspide.

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