Golpe de estado en Rusia, 19 de agosto de 1991. Foto de Photosoyuz
Resulta difícil creerlo, pero pensándolo bien, todos los cambios que tuvieron lugar a partir del año 2000, cuando Vladímir Putin llegó al poder, ya eran previsibles en aquel lejano momento en el que Yeltsin estaba subido a un tanque y Gorbachov se veía acorralado no en su residencia de Foros, sino en el último callejón sin salida del régimen comunista. En aquellos días el imperio se desmoronaba una vez más.
El camino posterior, en círculos, estaba predeterminado por la experiencia histórica del país. Por más atrevidas que fuesen las esperanzas que impregnaban el aire de Agosto (entonces se consideraba que el nombre de este mes merecía escribirse en mayúscula), cabía esperar que pasara un tiempo y que la vida, como reza un verso de Brodsky, «oscilaría hacia la derecha tras haber oscilado hacia la izquierda». Y así ocurrió. El péndulo de la historia rusa realizó su habitual movimiento de vuelta. De las reformas embriagantes a la resaca posreformista. De la demolición total de los valores básicos a su restablecimiento parcial y modernización.
Después de Agosto del 91 a mucha gente en Rusia, incluso entre los altos cargos, le parecía que bastaba con erradicar todos los signos visibles de la época soviética: la hoz y el martillo, las banderas rojas con estrella, los retratos de Lenin, para que el país se transformara al instante. Incluso todavía hay gente que piensa que la causa de la vuelta a unos modelos administrativos, en cierto sentido, parecidos a los soviéticos radica el país no ajustara del todo las cuentas con su pasado totalitario hace veinte años.
El Agosto del 91 comenzó la época de Yeltsin. Hoy en día solemos referirnos a ella como “los revueltos (o desgraciados) años 90”. Luego llegó la época de Putin. En pocas palabras, la época de la estabilidad. Los hitos de esta época son los siguientes: el adiós de la sociedad a las ilusiones y esperanzas de los primeros años postsoviéticos, la crisis ideológica y los intentos obstinados por encontrar una idea nacional. El fortalecimiento del Estado y todas sus instituciones a través de la construcción de un eje de poder; “la democracia soberana” entre las numerosas expresiones posibles. El patriotismo como moda y una creciente xenofobia. El establecimiento de nuevos estándares de libertad de expresión. Así las cosas, ¿cuánto durará la etapa actual? La respuesta más fácil es pensar que cuando disminuyan drásticamente los ingresos procedentes del petróleo y del gas. Se supone que llegado ese momento, los ámbitos económicos y sociales volverán a liberarse del excesivo control estatal, de manera que todo reemprenderá el camino interrumpido tras los “revueltos años 90”, y que quizá sea la época actual la que merezca tildarse de “revuelta” o “desgraciada”. Es así como algunas personas, en sus sueños dorados o en sus pesadillas, ven los cambios que nos aguardan en el futuro.
¿Empezará el movimiento hacia una modernización real cuando Rusia entre en un nuevo ciclo político tras las elecciones presidenciales de 2012? Así debería ser. En caso contrario, la estabilidad por la cual han sido sacrificados esos cambios tan necesarios, se convertirá en un objetivo en sí mismo. Mientras que la ausencia de conmociones no es más que una condición necesaria para llevar a cabo las reformas.
Por otra parte, hemos preguntado a una serie de personajes de la vida pública rusa actual que nos contaran su vivencia de aquel Agosto. La pregunta ha sido sencilla:
¿Dónde estaba usted el 19 de agosto?
Memorias de 20 años de duración
- Borís Nemtsov, presidente del Partido de la Libertad Popular, actualmente miembro de la oposición. En 1991 era diputado del Consejo Supremo de RSFSR:
“La noche del 18 al 19 de agosto llegué a Moscú con mi mujer y me alojé en el hotel Ucrania. Por la mañana oí la noticia del golpe de estado y fui corriendo a la Casa Blanca. Allí vi a Yeltsin, que me dio la orden de coger un arma. Me entregaron una ametralladora Kaláshnikov y una máscara antigás y luego un mandato del representante del presidente, firmado por Khasbulátov. Más tarde me enviaron a las divisiones Kantemírovskaia y Dzerzhínskaia para convencer a los militares de que no apoyasen al Comité Estatal del Estado de Emergencia”.
- Alexánder Korzhakov, diputado de la Duma Estatal. En 1991 era jefe del servicio de seguridad del presidente de RSFSR:
“El 18 de agosto estaba con Yeltsin en una reunión con Nazarbáyev en Kazajistán. Volvimos a Moscú a la una de la madrugada y fuimos a Arjánguelskoie. Por la mañana, el bedel del Kremlin nos comunicó que había habido un golpe de estado. Fui corriendo a avisar a Yeltsin. Entonces comenzó un trabajo ininterrumpido”.
- Vladímir Putin, primer ministro. En 1991 era jefe del Comité de relaciones exteriores del Ayuntamiento de San Petersburgo:
- “Estaba de vacaciones. Cuando empezó todo, me preocupé mucho porque me encontraba en el quinto pino. Llegué a Leningrado el día 20, después de haber hecho un viaje con muchos trasbordos. El alcalde Sobchak y yo prácticamente nos quedamos a vivir en el edificio de Lensovet. Pero no estábamos solos, por allí pasaron muchísimas personas. Aquellos días era peligroso salir del edificio de Lensovet. Aunque nosotros hicimos bastante: viajamos a la planta Kírovski para intervenir ante los obreros, viajamos también a otras empresas, nos sentíamos bastante inseguros. Incluso distribuimos algunas armas. Sin embargo, las armas que me correspondían estaban en una caja fuerte. La gente nos apoyaba allí donde íbamos. Estaba claro que si alguien se proponía cambiar drásticamente la situación, habría una enorme cantidad de víctimas. En un principio, eso fue todo. El golpe terminó y se dispersó a los organizadores.”
El camino hacia el golpe de 1991
8 de enero. Mijaíl Gorbachov y Borís Yeltsin, presidente de la URSS y presidente del Soviet Supremo de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR), respectivamente, firman un acuerdo económico temporal para 1991. Rusia consigue que se establezca un importe fijo de asignaciones al presupuesto de la URSS.
19 de febrero. Borís Yeltsin propone a Mijaíl Gorbachov que dimita del cargo del presidente de la URSS. Un grupo de diputados del Consejo Supremo de RSFSR culpa a Borís Yeltsin de la desintegración de la Unión y de la Federación de Rusia. Empiezan las huelgas masivas de los mineros.
El 29 de julio. En una reunión entre Gorbachov, Yeltsin y Nursultán Nazarbáiev se decide firmar el Tratado de la Unión el 20 de agosto de 1991.
16 de agosto. Se publica el texto del Tratado de la Unión. Su firma está prevista para el 20 de agosto.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: