Bajo el polvo de las revueltas

Foto de Reuters

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La sabiduría popular sugiere que es conviente esperar a que se pose el polvo antes de sacar conclusiones sobre los eventos del pasado. Sin embargo, el “polvo” generado por las revueltas en el Norte de África y el Oriente Próximo es tan denso, y tampoco parece que vaya a remitir dentro de poco, que Rusia no puede esperar. Debe observar los levantamientos en el mundo árabe cuidadosamente y estar preparada para afrontar las consecuencias de los cambios geopolíticos en la región.

En primer lugar, la consecuencia más evidente a primera vista no es tan desalentadora ya que ha consistido en el aumento del precio del petróleo. Durante los últimos dos años ha habido una subida constante, pero llegaron a una cima a finales de febrero, cuando la “revolución árabe” se extendió a Libia, rica en combustible, y amenazó con extenderse al segundo productor de petróleo más grande del mundo: Arabia Saudí.

A corto plazo Rusia solo puede beneficiarse de tal tendencia. Desde principios de este año, el buque insiginia de las exportaciones rusas, es decir, la mezcla de de los Urales, se ha vendido a una media de 98 dólares por barril, lo que equivale a un 30% más de lo estipulado en el presupuesto. Según algunas proyecciones, tal precio podría ayudar al gobierno a equilibrar el presupuesto federal en el 2014, antes incluso de lo esperado. Además, hacia finales de año se podría doblar el Fondo de Reserva de Rusia, pasando de 25.000 a 50.000 millones. También hay que añadir que la posible interrupción de los suministros de gas desde Argelia podría aumentar la dependecia de Europa de Gazprom y así fortalecer la posición rusa en las negociaciones con la UE acerca de un “tercer paquete de energía”, una serie de medidas legales que Rusia considera perjudiales para sus intereses económicos.

En cambio, es muy posible que estos ingresos adicionales vengan acompañados de una mayor infación. El nuevo influjo de dinero en efectivo en la economía hará muy difícil mantener el objetivo del 7% planteado para 2011. Desde un punto de vista más estratégico, el gasto constante proveniente del petróleo solamente conseguirá agudizar la dependecia en la exportación de los recuros naturales debilitando así el proyecto de Medvédev para modernizar la economía. Incluso, si se disparasen los precios del petróleo, antes o después habría una segunda ola de la crisis económica global. Entonces, tendría lugar una precipitada caída en los precios de la energía y Rusia se volvería a ver envuelta en las dificultades económicas que padeció en 2008-2009.

Es posible que antes o después surjan más acontecimientos negativos. Rusia se enfrenta a cuantiosas pérdidas en caso de que el regimen libio se desplome y sea sustituido por uno pro-occidental. Es muy probable que el embargo armamentístico impuesto a Libia por parte del Consejo de Seguridad de la ONU interrumpa algunas negociaciones que ya estaban en curso, lo cual podría costarle a Rusia hasta 4.000 millones de dólares. Tal y como pronostican algunos analistas, en caso de que el gasto social se convierta en una prioridad para algunos mandatarios árabes la venta de armamento en la región se vería afectada. Si la situación en Irak tras la caída de Sadam Hussein sirviera de ejemplo, los intereses económicos de Rusia en Libia, estimados en 70.000 millones de dólares, estarían en peligro.

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