Tertium non datur

El 3d cine tiene muchos adictos, pero sigue siendo el objeto de la crítica. Foto de Kommersant

El 3d cine tiene muchos adictos, pero sigue siendo el objeto de la crítica. Foto de Kommersant

Hasta hace poco, en la fachada del edificio número 88 de la avenida Nevsky en San Petersburgo había un letrero de estilo barroco que anunciaba “Cine estereoscópico”, por cierto, se trataba de una verdadera obra maestra de la tipografía soviética. Puede que siga en su sitio.

En mi época de instituto, debajo de este letrero uno podía conseguir unas manoseadas gafas de color rojo y azul para pasar una hora y media viendo alguna maravillosa película trash importada, sobre amazonas que viajaban en automóviles con ametralladoras soldadas al techo. Algunos detalles de la imagen parecía que tenían algo de relieve.

Del mismo modo que cualquier musulmán que se precie tiene que ir a la Meca, cada habitante de Leningrado se veía obligado a visitar el “cine estereoscópico” al menos una vez en la vida. Abandonaba el mundo lila de miserables efectos especiales con alivio y certificaba que lo que ocurría en el número 88 era una gran estafa.

Es decir, antes de la perestroika todo el mundo en Leningrado sabía que el cine en 3D era una soberana tontería, cuya obra maestra era la película soviética “Robinson Crusoe”, de 1947. Los que posean gafas 3D pueden disfrutar de varios fragmentos en YouTube.

Entonces, cuando hoy en día, desde todos los rincones del planeta llegan noticias acerca del fracaso del cine tridimensional debido a la falta de interés de los espectadores, y los vendedores de empiezan a vender las televisiones 3D casi más baratas que las tradicionales, me entran ganas de preguntar: ¿señores, es que nadie ha paseado nunca por la avenida Nevsky? Desde hace dos años Hollywood intenta colarnos en una de cada dos películas la tridimensionalidad, le siguen también los imitadores rusos. “Avatar” era tolerable. Dejemos también en paz a “Tron”. Aunque lo que se está anunciado para este año es como una bacanal. Una transformación brillante espera a las películas “Puss in Boots” y “XXX: The Return of Xander Cage”, eso es pasarse de la raya, porque los principales problemas de la tridimensionalidad no están resueltos y es poco probable que lo estén algún día. El primer problema, de índole biológica, consiste en que nuestro cerebro no es como “Solaris”, el océano pensante, y cuando le forzamos a procesar un enjambre de objetos tridimensionales centellantes, empieza a recalentarse como un procesador sobrecargado. Se suele decir que el centelleo se podrá superar con el perfeccionamiento de la tecnología, pero no se podrá hacer nada con la atención humana, incapaz de concentrarse en el argumento e intentar simultáneamente valorar la distancia de los objetos virtuales. Hay también un segundo problemilla. Sólo es posible hacer una buena película en 3D sabiendo pensar en 3D, porque si no, todos los efectos especiales se reducirán a la mano de Freddy Krueger que sale de la pantalla. Si además tenemos en cuenta que a los directores de cine contemporáneo les cuesta hacerlo bien con sólo dos dimensiones, es posible que ellos puedan mejorar tanto como grupo de alcohólicos que encerrado en un monasterio. Es decir, adoptando una estrategia totalmente contraria: volviendo a la película en blanco y negro y al cine mudo.

Tambiés es verdad que a cambio de nuevas sensaciones la gente está dispuesta a aguantar muchas cosas. Dentro de unos dos años, tras agotar todos los presupuestos concedidos para el cine en 3D, los productores repetirán la jugada y empezarán a hacer renacer otras invenciones.

Sólo se puede hacer una película en 3D si uno sabe pensar en 3D atrevidas del pasado: sillones con descargas eléctricas en los momentos de tensión y aire que transmite la sensación de volar. Seguro que funciona la primera vez pero luego acabará careciendo de interés.

En este sentido, me preocupa el destino del sistema Smell-O-Vision, que tenía que añadir a las películas una dimensión olfativa. Desde los años 60, Smell-O-Vision ha estado fracasando por razones técnicas: el aroma de la carne quemada llegaba a los espectadores sentados en las filas de atrás en el momento en que en la pantalla ya habían aparecido las rosas. Es hora de volver a trabajar en esta dirección. No sé que se podrá hacer con la “Guerra de las Galaxias”, teniendo en cuenta que el espacio no da mucho de sí para el tema de los olores, pero para lo de las amazonas podría resultar realmente apasionante.

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