Torre Shábolovka, fotografía de Richard Pare. Moscú, 1998.
Hoy nos parecería increíble que los mejores arquitectos se pusieran al servicio de las necesidades de los obreros. Pero así era Rusia durante los primeros años de la Revolución bolchevique. Los edificios que proyectaron arquitectos como Konstantín Mélnikov, Moiséi Guínzburg y los hermanos Vesnín -arriesgados, radicales, funcionales-, inspirados en los artistas constructivistas de la época (Kazimir Malévich, Liubov Popova), son hoy en día testigos del profundo cambio que ha sufrido el país.
Muchos siguen en pie y se han convertido en un reflejo inesperado de la actual sociedad rusa. Olvidados por las autoridades han resistido a duras penas el paso del tiempo. Las excelentes fotos de Richard Pare, pilar de esta exposición, que éste realizara en los últimos 15 años, vienen a recordar que este acervo arquitectónico tiene un valor que va más allá de lo que puedan costar en la actualidad esos terrenos, muchos en el centro de Moscú.
El edificio del Tsentrosoyuz (Unión Central de Cooperativas de Consumo) fue diseñado por Le Corbusier. Konstantín Mélnikov proyectó su propia casa, un edificio formado por tres cilindros, que fue criticado por su impronta individualista. Hoy en día vive allí su nieta. La Casa-Comuna Narkomfín, de Moiséi Guínzburg y Ignati Milinis, destinada al personal del ministerio de Finanzas, es una de las favoritas del fotógrafo, e inclusó retrató a una de las escasas familias que viven en la actualidad. “El 80% del edificio está abandonado”, explicó Pare. Otra de sus favoritas es la fábrica de pan de Gueorgui Marsakov, en la calle Jodínskaya de Moscú. Un edificio “que funcionaba en vertical”, explicó Pare, con cuatro pisos y producción las 24 horas. “Desgraciadamente, cerró en 2007”, se queja el fotógrafo, que ha desarrollado un vínculo sentimental intenso con estos edificios tras muchos años de luchas para conseguir permisos y viajes en coche por la ex URSS.
“La sociedad no entiende el valor de la herencia de las vanguardias”, afirma Irina Koróvina, del Museo de Arquitetura de Moscú. Esta institución ha aportado numerosos planos y fotos de su archivo que fueron tomadas durante y en los primeros años tras la construcción, lo que permite observar con claridad el estado de ruina actual de los edificios. “La gente quiere edificios estilosos. Las personas normales en Rusia no admiran este tipo de arte, y a las autoridades les gusta el barroco”, explica. “Esta exposición es importante porque pone el foco internacional”, remata Koróvina.
La exposición dedica también un espacio al arte con fondos que provienen de la Colección Costakis del SMCA de Tesalónica. Los dibujos, pinturas y esculturas abarcan el período que va entre 1915 y 1932. “Uno de los más fascinantes del siglo XX”, según Ignasi Miró, director de cultura de la Fundación La Caixa.
La muestra llegará al CaixaForum de Madrid el próximo 27 de mayo hasta el 18 de septiembre. En octubre viajará a la Royal Academy of Arts de Londres, que ha sido la institución encargada de esta exposición.
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