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A medida que los musulmanes se convierten en una parte cada vez más notoria del paisaje social europeo, sociólogos y políticos intentan comprender cómo es la coexistencia entre las comunidades musulmanas en las sociedades de acogida.
Evgueni Shestakov: ¿Por qué cree que el islam genera tanta controversia entre los no musulmanes de Europa y los Estados Unidos?
Alexander Ignatenko: Es cierto que existe un sentimiento antiislámico bastante extendido en Europa estos días. Pero también existen islamófilos. Por ejemplo, un 66% de la población francesa tiene una actitud negativa respecto al islam, mientras que cerca de un cuarto (23%) tiene un sentimiento positivo y un 11% no opina al respecto.
Por otra parte, consideremos la actitud de la comunidad musulmana de Europa con sus conciudadanos no musulmanes.En Francia, un 41% de los residentes musulmanes tiene una actitud favorable hacia los no musulmanes, mientras que un 58% tiene una actitud contraria. En el Reino Unido, la brecha es mucho mayor: 23% contra 62%, respectivamente. Es importante reconocer que la animosidad entre las poblaciones locales y los inmigrantes provenientes de países musulmanes está incrementándose en Europa.
Según la canciller alemana Angela Merkel, el “enfoque multicultural, el decir que vivimos sencillamente codo a codo y felices junto a los demás ha fracasado, y ha fracasado por completo”.
En realidad, nos encontramos ante un choque de culturas en lugar de una coexistencia armoniosa y positiva. A causa de la globalización, una muchacha con burka proveniente de un pueblo de Afganistán o Turquía y una estudiante con el ombligo al aire pueden estar caminando por la misma calle de París. El choque cultural no tiene que ver con una serie de valores que están bien y otros que están mal; sucede porque las dos muchachas han sido formadas en diferentes entornos culturales.
Hay varias razones por las que sociólogos y políticos están tan preocupados por la actitud europea hacia el islam y por la actitud musulmana hacia la cultura europea. Antes que nada, el porcentaje de musulmanes —tanto inmigrantes como nativos convertidos al islam— se ha incrementado notoriamente últimamante. Por otra parte, creo, está el surgimiento de partidos y movimientos antiislámicos y antiinmigratorios en Europa, tales como el Partido de la Libertad de [Geert] Wilder.
Asimismo, parece que los inmigrantes que provienen del mundo musulmán son más reacios a integrarse con la población nativa de sus países de adopción, comparados con los provenientes de otras tradiciones.
Y.S.: ¿Por qué cree que el término “militante” se utiliza mayormente estos días para hacer referencia al islam?
A.I.: En mi opinión, este y otros epítetos, como “fundamentalista”, “radical”, “extremista”, “ortodoxo” y “moderado”, nacen todos del deseo de ver al islam como una religión multifacética dividida por conflictos internos.
También es importante destacar que el término “militante” permite que los europeos políticamente correctos eviten acusar al islam en sí mismo de extremismo. Entonces, cuando hablan de los recientes ataques terroristas en París, Londres y Madrid, los europeos pueden dejar claro que aquellos actos terroristas fueron cometidos por militantes que hicieron uso del islam para alcanzar sus propios fines políticos.
Y.S.: ¿Está de acuerdo en que el islamismo radical se ha convertido en un fenómeno social más que religioso?
A.I.: Podríamos afirmar que una forma del islam tradicional estaba integrada a la cultura europea, o coexistía con ella en forma pacífica. Un tiempo después, debido a la globalización y como resultado de operaciones dirigidas por centros de poder islámico, se han introducido otras formas de islam en Europa. En consecuencia, tanto entre musulmanes tradicionales como entre nuevos conversos, han surgido extremistas que están dispuestos a cometer actos terroristas contra sus compatriotas no musulmanes.
Y.S.: ¿Es posible que un estado laico y democrático pueda resistir al radicalismo? ¿O representa tal amenaza que sólo un Estado totalitario puede manejarla?
A.I.: Es una buena pregunta. Podríamos utilizar como ejemplo Iraq; bajo el régimen de Sadam y tras su caída. Apenas había radicalismo en el país bajo su dominación, pero la introducción de la “democracia” desató una feroz guerra sectaria entre los suníes y chiitas, así como un genocidio anticristiano.
Pakistán es otro ejemplo revelador. Bajo el mando del tirano general Musharraf, el Ejército podía contener a los extremistas islámicos locales. Pero los talibanes resurgieron después de que un líder democrático, Asif Ali Zardari, fuera elegido presidente de Pakistán hace unos pocos años. Desde entonces los atentados suicidas han sido casi rutinarios.
Y.S.: ¿Cómo podemos lidiar con el problema?
A.I.: Europa se encuentra actualmente involucrada en una dolorosa búsqueda de soluciones para los diversos problemas a los que se enfrenta. Debemos admitir que no todas las soluciones propuestas han resultado viables y hemos visto expresiones de islamofobia. Dicho esto, también creo que los musulmanes europeos tienen formar y tomar parte en la resolución de los conflictos existentes. Muchos de ellos sostienen que el islam y el terrorismo son incompatibles porque el islam es una religión de paz. Citando al Sagrado Corán, “¿Dónde están las pruebas? Mostradlas, si sois sinceros” (sura 2 (al-Baqarah), ayat 111).
El Dr. Alexander Ignatenko es director del Instituto Ruso de Religión y Política y miembro del Consejo Presidencial para la Interacción con Asociaciones Religiosas y del Consejo para las Políticas Exteriores y de Defensa. Es especialista en estudios árabes e islámicos y tiene una vasta producción literaria sobre diversos aspectos del islam.
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