China y Rusia: frente a frente

A medida que se continúan los problemas y las turbulencias en Europa Occidental, ha comenzado una puja por descubrir el “mejor” mercado emergente en el cual invertir. China lo tiene bastante fácil mientras que Rusia rema contra la corriente.
No es tan sencillo definir cuál es el mejor. Tras un primer vistazo, China sobresale sobre las demás: su descomunal tamaño y un crecimiento superior al 10% parecen imbatibles. Pero muy pocos analistas van más allá de esta superficial comparación de tamaños. En realidad, la popularidad de China no es más que el resurgimiento del sueño eduardiano según el cual cada persona en China debería vestir una camiseta hecha en Sheffield, Inglaterra, lo cual permitiría que las fábricas textiles del Reino Unido continuasen andando durante un siglo. No funcionó en aquel momento y es probable que tampoco funcione ahora, además los analistas ignoran completamente las innumerables barreras con las que se ecuentran quienes quieren hacer negocios en China. India tiene un tamaño similar y está creciendo casi tan rápido como China.Sin embargo, debido a que una gran parte de su población está sumida en la pobreza carece del atractivo chino y las barreras para los negocios son aún mayores. Por el contrario, Rusia es el mercado emergente que cuenta con la población más rica, las tasas de pobreza más bajas y es una de economías emergentes más abiertas entre las cuatro más grandes, aunque raramente se menciona.

Últimamente, China ha tenido que esforzarse algo más porque la prensa ha propuesto gran cantidad de alternativas para este concurso de belleza en el que compiten los novatos de la economía. Los cuatro países BRIC siguen siendo las niñas mimadas, pero cada vez está más difundida la opinión de que países como Indonesia, Corea, Polonia, Sudáfrica y Turquía podrían ser alternativas o futuros miembros del club de los BRIC. BRIC alterna sus siglas en BIC, BRICC, BRIIC, BRICCSA, TBRICCSA... una sopa de letras con los mercados en los que vale la pena invertir. Parece imposible llegar a un consenso acerca del mejor mercado, sin embargo, casi todos coinciden en que Rusia probablemente sea la menos atractiva del montón.

“Hay que sacar la R de los BRIC”, suelen aseverar los analistas.Las pocas páginas de opinión que han sugerido que invertir en Rusia es una buena idea se centran en el hecho de que los activos rusos son los más baratos del mundo y no van más allá.

¿Realmente merece Rusia semejante crítica? Cualquier sondeo serio acerca de su economía muestra que es una de las más sólidas del mundo en términos de indicadores macroeconómicos, pero, mientras se informa diariamente con todo lujo de detalles acerca de las economías de Europa y los Estados Unidos, la solidez de la economía rusa pasa completamente desapercibida.

Constantemente, la prensa internacional crítica con especial dureza a Rusia debido a su corrupción (en diciembre, The Guardian publicó en primera plana que “Rusia es casi un estado mafioso”). Sin embargo, la corrupción es una afección endémica en todos los mercados emergentes. Quienes se toman la molestia de admitir esto inventan justificaciones sin sentido como, por ejemplo, que la corrupción china es “constructiva”, ya que quienes aceptan los sobornos desean que la economía prospere para obtener más sobornos, mientras que la corrupción rusa es “destructiva” porque los funcionarios simplemente aceptan el dinero sin preocuparse por su origen. Se presta atención al puesto que ocupan los países en el índice de percepción de la corrupción que realiza Transparency International, pero no se debate el hecho de que todos estos países figuran en la lista: hacer negocios en estos mercados es difícil y las empresas deben pagar sobornos a diario para poder trabajar.

También se critica a Rusia por su “gobierno autoritario”. Rusia es una democracia con verdaderas elecciones y campañas, el problema es que es una democracia muy inmadura que no funciona adecuadamente. Por el contrario, China ni tan siquiera intenta parecer una democracia. Es una dictadura de partido único, una oligarquía, con todas las implicaciones que ello supone: ejecuciones sumarias, el control absoluto de los medios y una completa intolerancia hacia la política opositora. La mayor parte de los abusos rusos a los derechos humanos, la libertad de prensa y la oposición política no pueden ni compararse con lo que ocurre en China, pero eso no ha detenido a los inversores extranjeros, que se tropiezan unos con otros en su afán por invertir en el gigante asiático.

¿Cuáles son las causas para que existan semejantes diferencias en la credibilidad de ambos países? Evidentemente, la respuesta es compleja. En primer lugar, aún persiste el legado de la Guerra Fría. En segundo lugar, Rusia está muy cerca y es, en esencia, una cultura europea, por lo que se espera que cuente con un sistema de valores europeos, mientras que China es asiática y está tan lejos que muchos esperan que sea “diferente”.

Además, no se puede criticar a China por no ser una democracia porque no aparenta serlo. No hay nada que exaspere más a los periodistas que la hipocresía, así que cada vez que el primer ministro Vladímir Putin menciona la palabra “democracia”, los periódicos como The Guardian tienen un ataque de ira. ¿Es realista esperar que un país que atraviesa por una de las transiciones políticas más importantes de la historia adopte una verdadera democracia de la noche a la mañana? A nadie le importa. ¿Es justo ignorar que China no hace nada en este sentido? A nadie le importa, o, por lo menos, no les importa mientras intentan ganar dinero.

El Kremlin tampoco ha hecho ningún intento por mejorar su imágen pública, lo cual no ha mejorado las cosas.Los periodistas escriben lo que quieren, por más absurdo que sea, sin que nadie lo refute. Por otro lado, China ha sido muy hábil en enamorar a Occidente con los miles de millones que ha gastado en los Juegos Olímpicos y la feria de Shangai.Ha creado con éxito la ilusión de ser el “niño prodigio” de los mercados emergentes, mientras sigue encarcelando o ejecutando a los tibetanos y a los iugures con total impunidad, por dar un ejemplo.

Por último, la mala imagen de Rusia se debe a la mera ignorancia. Las incesantes noticias negativas en la prensa han creado una barrera que pocos están dispuestos a traspasar. Warren Buffet, probablemente uno de los inversores más famosos del mundo, sostiene que jamás se le ocurriría invertir en Rusia, y Jim Rogers, un titán del mundo bancario un poco menos conocido, afirma lo mismo. El Kremlin debería comenzar a hacer las cosas bien porque, para ser un verdadero país capitalista, hay que vender cosas y, para vender cosas, hay que hacer publicidad. Conseguir la sede del Mundial 2018 ha sido un buen comienzo, pero al Kremlin todavía le queda muchísimo por hacer.

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