¿Kamchatka o Rockola?

El cantante Viacheslav Butusov. 1988. Fotos de ITAR_TASS.

El cantante Viacheslav Butusov. 1988. Fotos de ITAR_TASS.

Cualquier comparativa musical tiene un fuerte componente subjetivo, más aun si se trata de dos mundos que crecieron en paralelo casi sin ningún contacto.

A priori, podemos apuntar que tanto en Rusia como en España existieron dos focos creativos: Barcelona/Madrid y Moscú/San Petersburgo, con más rivalidad que apoyo entre ellos, y luego una escena periférica con alto nivel de inconstante creatividad.

Otra característica en común fue la importancia de la creación musical como realidad paralela al gris cotidiano y no como vehículo de reivindicación política, salvo en contadas excepciones.

No obstante, varios músicos rusos sí se convirtieron en símbolos contra el régimen -incluso con un sentido mesiánico como Viktor Tsoi-, pero más en base al lirismo evasivo de su creación que a críticas políticas.
Como Anatoly Gunitsky –confundador de Akvarium- explica: “Todo lo normal era anti-soviético, ya que el discurso oficial era incapaz de reflejar lo que los ciudadanos experimentaban como normal”.

Al igual que en España, los ochenta supusieron un deslumbramiento artístico, pero “la gente entonces no consideraba que estuvieran contra la cultura oficial, sino que jugaban a otra cosa”, sostiene Yngvar Steinholt, autor del libro Rock in the reservation.

“Producían una cultura paralela estimulados por la falta de reconocimiento por parte de la ideología oficial”, escribe Gunitsky, “aunque en Occidente siempre se refieren al rock ruso como una forma de oposición cultural, insistiendo en su carácter anti-soviético y democrático”.

“Su principal cualidad es la poética y se sitúa muy lejos del rock británico que protestaba contra Thacher en la misma época”, concluye Steinholt, que explica el fenómeno del rock ruso con los conceptos de cultura “horizontal” y cultura “marginal” de Mihail Baxtin y con la división entre la esfera privada y la oficial.

Con todo, es cierto que el rock ruso contribuyó al derrumbe de la URSS, aunque más por su capacidad de movilización (“normalidad agresiva”, diría Susan Sontag) que por su choque directo contra el régimen.

Algo muy diferente de lo ocurrido en España a pesar de la contemporaneidad de ambos movimientos, ya que el dictador gallego ya había muerto y La movida disfrutó de cierto apoyo oficial, con ejemplos como La bola de cristal, Si yo fuera presidente o La edad de oro en televisión, o las palabras del propio alcalde de Madrid Tierno Galván: “¡Rockeros, el que no esté colocado que se coloque… y al loro!”. De hecho, la movida fue una consecuencia de dicha liberación más que una fuerza liberadora.

Stiliagi

Escuchar rock en la URSS era un sacrilegio patriótico y durante años estuvo castigado con la cárcel, ya que los dirigentes lo veían como una herramienta del capitalismo para corromper a sus jóvenes.

Así, mientras en España apareció un curioso grupo de proto-rockeros como Miguel Rios o Bruno Lomas e imitadores de los Beatles, tipo Brincos, Bravos o Formula V, los Stiliagi de la URSS recibían escupitajos y gritos de “traidores” cuando paseaban sus ropas ajustadas y tupés por las calles de Moscú y San Petersburgo.

El Rock-n-roll entró en la URSS en 1957 con la celebración del Festival mundial de jóvenes estudiantes. El evento supuso la entrada al país de grabaciones de rhythm-and-blues americano y beat británico, que empezó a ser distribuido clandestinamente en las llamadas “grabaciones en huesos”, ya que se hacían con las radiografías de los hospitales.

Los stiliagi cambiaban sus nombres por “Bob” o “Billy” y se referían a la avenida Gorki de Moscú (ahora Tverskaya) como el Broadway. Lo curioso de la primera subcultura -o tribu urbana- de la URSS es que la mayoría eran hijos de altos dirigentes soviéticos, con el privilegio de acceder a culturas foráneas.
No obstante, hubo que esperar hasta 1971 para poder disfrutar del primer concierto rock en la URSS, presentado como “festival de variedades” en la ciudad de Gorki (ahora Nizhni Novgorod). El cartel se componía de Skomoroji (grupo moscovita de Alexander Gradsky) y Ariel (de Cheliabinsk).

Los 70 fueron los años de Bulat Okoudjava y el deslumbramiento de Vladimir Vysotsky, cantautores ácidos, grotescos y geniales que combinaron su actividad musical con la creación literaria y el teatro.

Como posibles equivalentes españoles tendríamos a Joan Manuel Serrat como Okoudjava, mientras que Vysotsky sería una mezcla entre Camarón de la Isla y Joaquín Sabina.



De hecho, la repercusión del “bardo” ruso fue tan importante como la de Sabina en España, y cuando murió sobre un escenario –mientras representaba Hamlet en el teatro Taganka- la ciudad de Moscú se colapsó y miles de personas sacaron su cuerpo a hombros pese a la prohibición de las autoridades, histéricas con la celebración de los juegos olímpicos (1980).

Rusia también tuvo su Burnning, llamado “Mashina Vremeny” (la máquina del tiempo), pioneros en tierras comunistas del rock americano, y el Pepe Risi local se llama Andrei Makarevich.

La escena se trasladó de Moscú a San Petersburgo (como en España en los ochenta de Barcelona a Madrid), y en 1981 abrió el primer Rock Club en la ciudad de la revolución de octubre.

Sin embargo, ambos movimientos creativos fueron diferentes en el fondo, ya que La movida se desarrolló con marcado carácter hedonista y a través de diversas expresiones creativas (cine Almodóvar, Zulueta, Trueba, Colomo, Carmen Maura, Eusebio Poncela…; comic: Ceesepe, el Hortelano…; fotografía: García-Alix, Ouka Leele…; periodismo: Jesús Ordovás, Diego Manrique…), mientras que el rock ruso mantuvo un carácter underground y marginal, centrado en la música –a pesar de los cameos de Viktor Tsoi y Boris Grebenshikov en el cine-.

Otra diferencia importante es que grupos como Akvarium (1972), Zoopark (1980), DDT (1980), Kino (1982), Zvouki Mou (1982), Nautilus Pompilus (1987) o Agata Kristi (1988) marcaron a futuras generaciones de músicos rusos –todavía se siguen escuchando y versionando sus canciones-, mientras que La movida ya queda casi como una bonita pieza de museo.

No obstante, una excepción a esto lo refleja el rock duro ibérico, ya que grupos como Rosendo-Leño, Barricada, Barón Rojo o Los suaves sí abrieron un camino seguido a posteriori.

Como músicos de la movida destacan Alaska, Radio Futura, Gabinete Caligari, Paraíso, Nacha Pop, Kaka de Luxe, Parálisis permanente, Los secretos, Aviadro Dro y otros no tan ligados pero con repercusión, como La orquesta Mondragón, Tequila, Ramoncín, La unión o las inclasificables Vainica Doble.

Destacar además grupos de Barcelona como Loquillo, El último de la fila, Los Rebeldes o Decibelios. En este sentido, también conviene mencionar la aparición del rock galego –Siniestro Total, Golpes Bajos, Os Resentidos-, el rock andaluz –Triana, Pata Negra/Kiko Veneno-, y el punk vasco –La polla records, Kortatu o Eskorbuto-.

Al igual que en España, varias bandas interesantes aparecieron lejos de los dos grandes centros culturales, destacando Nautilus Pompilus, Chaif, Urfin Juice y Nastya de Sverdlovsk (ahora Yekaterinburg), DDT (Ufa), Mumy Troll (Vladivostok) o el punk siberiano, con Kalinov Most y GrOb.

Y no podemos olvidar a Mecano, el grupo con mayor éxito comercial que tendría como equivalente a Alla Pugachova, artista que sigue siendo la más mediática de Rusia a pesar de sus más de treinta años de carrera.

Red wave underground

Volviendo a la historia, los dos grandes grupos del rock ruso, Kino y Akvarium, grabaron en 1986 junto a Stranny Igry (juegos extraños) y Alisa el primer disco de rock soviético editado en EE UU, tras años de grabaciones muy precarias.
Fue sólo el primer paso, ya que en 1988 Kino hizo gira por Francia y Japón, Zvuki Mu en Francia, Inglaterra y EE UU, y Akvarium editó en EE UU su histórico Radio Silence en inglés.

Todo esto se gestó principalmente en San Petersburgo, alrededor de la sala Kamchatka, que servía más de punto de encuentro que de local de grabación, algo parecido a la sala Rockola en Madrid.

“Leningrado tenía unas condiciones excepcionales. Un puerto, gente con alto nivel de educación… en otras ciudades había también buenas ideas pero no se podía hacer nada con ellas”, explica el periodista musical Andrei Burlaka.
“Nosotros pretendíamos decirle a la generación anterior que no queríamos vivir como ellos… ni siquiera soñamos con que el sistema se vendría abajo tan pronto”, añade.

Tsoi o Vega

No se trata de elegir, ni hay verdaderos equivalentes. Además, el underground ruso estuvo más centralizado, en torno a dos grandes figuras: Viktor Tsoi (kino) y Boris Grebenshikov (Akvarium). Para que se hagan una idea digamos que se parecen el primero a Antonio Vega y el segundo a Santi Auserón.
Con la muerte de la URSS llegó la crisis económica, el show business, la pérdida de referentes y el desencanto. La historia de Zhanna Aguzarova representa a la perfección el devenir de la música popular rusa.

Sin permiso, ni dinero, ni contactos, una chica de provincias llega a principios de los ochenta a Moscú y deslumbra con su banda Bravo. En 1990 decidió probar suerte en California y tras varios años malviviendo con actuaciones en restaurantes volvió a Rusia para hacer pop comercial.
Aun así, grupos de ritmos alternativos y cierta calidad tuvieron éxito en los noventa, como Auktion, Tequilajazz, Nochnie Cigarreti o Piatnitsa. Además, dentro del pop surgieron figuras interesantes como Zemfira o Glukoza y durante estos años se consolidaron grandes grupos como DDT o Leningrad, ambos con carismáticos líderes.

También es cierto que, además de grandes estrellas como Dima Bilan, T.A.T.U o VIA Gra hay cientos de pequeñas bandas con música provocadora curtiéndose en garitos de Moscú y San Petersburgo, por lo que el panorama no es del todo negro.
Aun así, hay críticos como Artemy Troitsky -autor de la enciclopedia de la música rusa- que no lo ven tan claro y denuncian la retórica nacionalista de la música actual y la utilización de la industria musical por el poder.

Ps. Por cierto, los noventa en España dejaron grupos como Héroes del Silencio, Los Rodríguez, Los piratas, Extremoduro, Platero y Tú, Duncan Dhu, Celtas cortos, Sociedad Alcóholica, Los Planetas, Christina Rosenvinge… y el gran éxito de Alejandro Sanz y Los del Rio.




Letras de Canciones


- Povorot (La vuelta), 1981. Machina Vremeni.

Prometimos no salirnos de la fila,
pero está escrito.
Y aunque lo reconozcamos abiertamente: los cambios nos asustan a todos,
ya poco importa.
Esta es una nueva vuelta y el motor ya está en marcha,
¿Qué es lo que nos traerá, descalabro o despegue, torbellino o vacío?
No lo sabremos hasta que no le demos la vuelta.
No hay motivos para sentir miedo, si seguimos siendo hombres,
porque todavía guardamos algunas fuerzas.


- Jochú Peremen! (¡Quiero cambios!), 1986. Kino.

¡Los cambios! Nuestros corazones los necesitan,
¡Los cambios! Nuestros ojos los necesitan,
Los cambios, en nuestra risa y en nuestras lágrimas,
en nuestras venas.
Los cambios,
¡nosotros estamos esperando cambios!


- Elektritchka (Tren de cercanías), 1982. Kino.

¿Por qué me callo?
¿Por qué no grito?
Yo me callo,
y el tren de cercanías me lleva
allí donde yo no quiero ir.


- Rozdionniy v SSSR (nacido en la URSS), 1998, DDT.

¿Qué nos puede devolver la esperanza?
¿Qué puede salvar la belleza?
Ayer eras la cabeza de un imperio,
hoy eres una huérfana.
Cuanto más te alejas, más te reprochan,
Eres un sol en el ocaso,
Buenos días vieja Rus.


- Ne Valiai douraká, Amerika (No seas estúpida, America), 1992. Liubé.

Devuélvenos la tierra de Alaska,
es nuestra patria,
Caterina la grande,
estabas equivocada.


- Davai za! (¡Brindemos!), 2002, Liubé.

¡Brindemos por ellos, brindemos por nosotros,
por la Siberia, por el Cáucaso,
por la luz de los pueblos lejanos,
por los amigos y por el amor,
brindemos por vosotros, brindemos por nosotros,
por los paracaidistas y por la armada rusa,
por las condecoraciones militares,
levantemos nuestros vasos viejo amigo!


- Kogdá net deneg (Cuando no hay dinero), 2000. Leningrad.

Otra tía que me deja, que me deja,
porque no tengo dinero, ni un rublo, ni un rublo,
porque no tengo casa ni coche,
porque soy incapaz de preparar una comida,
cuando no tenemos dinero,
tampoco tenemos amor,
y en la vida todo sale mal.


- Mama, Iá ne mogu bolshe pit (Mamá, no puedo beber más), 2005, Aquarium.

Mamá, yo no puedo beber más,
mamá, quita todo lo que hay encima de la mesa.
Yo no puedo beber más,
porque ya tengo la soga al cuello.
Me santiguo si veo otro vaso,
ya no puedo soportar esta borrachera,
Mamá, ya no puedo beber más.
Los patriotas dirán que me relajé,
que prácticamente he vendido mi patria,
cosa fácil para ellos, mientras que yo estoy tocando fondo.


- Kontre-revoliutsia (Contrarrevolución), 2005. DDT.

El viento del norte nos trae vuestras sombras,
Che Guevara, Voltaire, Harry Potter y Lenin,
la contrarrevolución es buena y caritativa,
aunque también brumosa e inestable.
En democracia hay cualquier cosa que da asco,
cuando la coges de la mano…
Nuestro Titanic se hundió en champú y vodka,
Mientras lo celebramos con camisetas publicitarias,
y el pop se pone las camisas de moda,
untadas con la sangre de Nirvana.
Tiempos que nos atontan y nos provocan hipo,
yo también soy un burgués –tengo un frigorífico,
15 guitarras, el otoño, la noche y el desvelo, pero no puedo soñar,
las notas se escapan de mi boca.
Los imbéciles nos consideran la consciencia del rock,
y los cínicos nos ven como una maligna publicidad.


- Caballos fastidiosos. Vladimir Vysotski.


A lo largo de la cornisa del abismo, en su mismo borde,
Azoto a mis caballos, instándoles a avanzar...
Perdiendo el aliento, me bebo el viento, trago la niebla,
Siento con un éxtasis maldito que estoy acabado, acabado!
No corráis tanto, mis caballos, deteneos!
No escuchéis al látigo certero!
Pero tengo unos caballos fastidiosos -
No terminé de vivir, y ahora mi canción se ha cortado a la mitad.
Dejaré a mis caballos beber,
terminaré mi verso -
por un momento, al menos,
estaré de pie en el borde...
Cuando ya no esté - el huracán me barrerá, como a una mota de nieve fuera de la palma,
Y los caballos arrastrarán mi trineo a toda velocidad a través de la nieve esa mañana,
moderad vuestro paso, mis caballos -
No terminé de vivir, y ahora mi canción se ha cortado a la mitad.
Dejaré a mis caballos beber,
terminaré mi verso -
por un momento, al menos,
estaré de pie en el borde...
Hemos venido a tiempo: no se puede llegar tarde para Dios, -
¿Por que esos ángeles cantan con tanta rabia?
¿O es una campanilla que se volvió átona de llorar?
¡¿O soy yo, llorando por los caballos por tener que llevar mi trineo tan rápido?!
No corráis tanto, mis caballos, deteneos!
Os lo ruego, no os destrocéis en este trote loco!
Pero tengo unos caballos fastidiosos -
No viví lo suficiente, al menos debo terminar mi canción!
Dejaré a mis caballos beber,
terminaré mi verso -
por un momento, al menos,
estaré de pie en el borde...







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