El helicóptero Mi-17.Foto de Alexey Kudenko_RiaNovosti
Rusia y la Argentina firmaron en junio de 2004 un convenio de cooperación militar-tecnológica (CMT). La fábrica mecánica de Vorónezh (Rusia) suministró entonces a la Fuerza Aérea argentina seis motores modernizados para los aviones Su-29, adquiridos para el adiestramiento de pilotos militares. Sin embargo el desarrollo de la cooperación se frenó con el default.
La primera información sobre el inicio de los trabajos con Buenos Aires apareció en el otoño de 2006, trás la visita de la ministra de Defensa, Nilda Garré, a Rusia. Entonces la Argentina entregó un listado de los modelos de armamento y técnica militar que hacían falta. “Además de los helicópteros y de los sistemas de defensa antiaérea, la Argentina manifestó interés en el equipamiento destinado al control del movimiento aéreo y en la adquisición de aviones de transporte. Por su parte, Moscú propuso considerar la posibilidad de suministro de helicópteros y lanchas, y también la organización de la producción bajo licencia de los fusiles automáticos Kaláshnikov”, relata Igor Korotchenko, director del Centro ruso de análisis del comercio mundial de armamentos.
La Fuerza Aérea argentina planea utilizar los dos Mi-17B-5, valuados en 27 millones de dólares, en trabajos de búsqueda y rescate así como en el aprovisionamiento de la base Marambio, en la Antártida. La autonomía de vuelo del Mi-17 es de 1.240 kilómetros, lo que permite cumplir vuelos a Marambio desde Ushuaia.
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