Bajo tierra y sin protección

Mineros, al final de su jornada de trabajo, en la minaOsínnikovskaya, en Kémerovo, en Siberia occidental.

Mineros, al final de su jornada de trabajo, en la minaOsínnikovskaya, en Kémerovo, en Siberia occidental.

Los mineros arriesgan sus vidas para recibir bonificaciones. El Parlamento analiza una nueva ley para protegerlos.

Valery Kózelskikh es un minero orgulloso. Bajo y de contextura robusta, sus anchas espaldas y gruesos antebrazos hablan de una vida de duros trabajos. Hoy es un jubilado reflexivo y se lo ve ligeramente encorvado, como resultado de los 34 años que pasó en condiciones de hacinamiento, bajo tierra, en Raspadskaya, la mina de carbón más grande de Rusia y el agujero negro del que vivía toda una región. En Rusia, la minería se hereda de una generación a otra. Kozelskikh perdió a su sobrino de 21 años en 2002, en un accidente minero. “Luego de una tragedia semejante, da miedo bajar a una mina, pero poco a poco uno se acostumbra” explica.

Un recorrido por una calle de vecindario de la capital regional, Kémerovo, dice mucho. Algunos edificios tienen el aspecto de no haber sido reparados en décadas. Muchas industrias manufactureras colapsaron en los noventa, dejando a los vecinos del lugar aún más dependientes de las minas de carbón de la región.
“Los mineros siempre hacen todo lo que pueden para satisfacer este plan: esto es lo que más les conviene ya que sus ingresos consisten en sueldos mensuales, más bonificaciones, que dependen de forma directa de la concreción del plan. Las bonificaciones equivalen a un sueldo”, explica Koselskikh. Los sueldos en la región oscilan entre los 20 y los 40 mil rublos mensuales (es decir, 500 y 1.000 euros).

Según especialistas de la industria, este impulso para una mayor producción y las consiguientes bonificaciones pueden conducir a desastres. En el ínterin, el fracaso para cumplir un objetivo resulta, de hecho, en un castigo financiero para los trabajadores. El minero, Boris Refkó, dijo hace poco a Radio Europa Libre que él viola habitualmente las reglas de seguridad para aumentar la producción y recibir bonificaciones.

En el caso de Raspádskaya, un denso gas metano parece haber sido el principal responsable, que condujo incluso a explosiones más pequeñas en los días que siguieron a la catástrofe.

A fines de mayo, la Cámara Baja del Parlamento de Rusia, la Duma estatal, aprobó la primera versión del proyecto de ley sobre desgasificación de minas. Algunos analistas exhortan también a revisar la estructura de los salarios de los mineros, aumentando el porcentaje de salarios básicos en un 70 por ciento, mientras que el otro 30 por ciento estaría representado por bonificaciones vinculadas a la producción.

A pesar de las tragedias, generación tras generación de mineros de Kuzbass descienden a las profundidades, pasando buena parte de su vida bajo tierra. Independientemente de los peligros, los mineros se acostumbran al trabajo, y lamentan perder un trabajo de este tipo, confiesa Kózelskikh. Su hijo, Yevgueni, lo mantiene actualizado sobre las últimas novedades en la mina. Yevgueni desea continuar con la tradición minera de la familia: “me gustaría que mi hijo fuera minero también. Éste es un trabajo estable y honesto para un hombre”.


Rescatistas en el sitio de la explosión subterránea en la mina Raspádskaya.

Un desastre revela los problemas de seguridad

La explosión del 8 de mayo, que causó la muerte de 90 mineros en Raspádskaya, alertó sobre los problemas en las minas rusas.

Ubicada en Kuzbass, una de las cuencas de carbón más grandes del mundo, Raspádskaya suministraba, en el momento de las dos explosiones, el 10 por ciento del coque del país. Ahora está cerrada de forma indefinida. Según las informaciones, en los meses previos a la explosión, la mina de Raspádskaya se había convertido en un agujero inflamable, lleno de gas metano.

De todos modos, las minas rusas tienden también a ignorar los sensores de metano. En EE.UU., por ejemplo, el límite es de 20 metros cúbicos de metano por tonelada de carbón. Cuando se llega a ese límite, se abandona el lecho de carbón. Kuzbass no conoce ese tipo de limitaciones. El metano se vuelve explosivo con niveles de concentración de entre 5 y 15 por ciento, siendo el más peligroso un 9,5 por ciento. Los propietarios de la mina Raspádskaya sostienen que los niveles de metano estaban dentro del nivel normal, detalle que se cuestiona seriamente. El hecho está siendo investigado.

Ubicada en Siberia occidental, Raspádskaya contiene todavía unas 80 mil millones de toneladas de carbón. La zona de Kuzbass también es rica en minerales ferrosos y no metálicos. Sus depósitos concentran más del 13 por ciento de la producción de acero y hierro colado del país.


Protesta de mineros, en 1998, en la Plaza Roja, en Moscú.

Presión para aumentar los salarios de los mineros

Tras la explosión de Raspádskaya, se desataron protestas locales en la región de Kémerovo, tal como ocurrió en 1991.

En mayo, en lugar de que los mineros salieran en medio de la noche, las familias hicieron una vigilia por sus muertos con velas votivas que perforaban la oscuridad. La gente del lugar, enojada, arrojó piedras a la policía y 26 manfiestantes, de los cientos que se reunieron allí, fueron arrestados.

El presidente Dmitri Medvédev envió una advertencia a los gobernadores regionales para que controlaran a sus manifestantes. Las palabras presidenciales tuvieron su impacto y los funcionarios, incluido el gobernador de K é merovo, Aman Tuléyev, se reunieron con los mineros. Se les dijo que iban a pagar sus sueldos mientras la mina estuviera cerrada. Según Tuléyev, la producción de carbón de Kuzbass no se vio afectada por la crisis económica global.

Durante los dos primeros meses de 2010, la producción de carbón aumentó un 17 por ciento. Con todo, los mineros no estaban conformes con el tratamiento que reciben.

Expresaron su indignación en una serie de protestas públicas. La primera ola de revuelta de los mineros sacudió al país en 1991; y continúa hoy. En 1991, Kózelskikh viajó personalmente a Moscú para reunirse con funcionarios de gobierno en nombre de sus colegas.

Hoy, pasados 19 años, observa las últimas manifestaciones, pero esta vez por televisión.

“La actitud hacia la tarea del minero debe ser modificada desde arriba. La minería de carbón es un negocio lucrativo y la dirección debiera recordar esto al calcular los salarios”, cree Kózelskikh.



Inversiones, gastos y seguridad

Rusia se encuentra detrás de Alemania, EE.UU., Australia y Canadá en materia de controles.

Un ejecutivo de Belon, segunda compañía minera de Rusia, dijo que la seguridad se volvió su máxima prioridad luego de un accidente en Belovo, en 2004, cuando una explosión de metano causó la muerte de 13 mineros. “Debido al agotamiento de las viejas minas, nos vemos obligados ahora a excavar a una profundidad cada vez mayor buscando carbón y la tarea se vuelve cada vez más peligrosa” explicó el ejecutivo.

Los analistas dijeron que Evraz, que es copropietario de Raspádskaya, invirtió alrededor de 4,8 mil millones de pesos en los últimos años. “Los estrictos patrones de seguridad siempre fueron la prioridad” dijo el vocero de Raspádskaya, Alexander Andréyev, quien agregó que la empresa gasta entre 3.000 y 6.000 millones de rublos por año en innovaciones (entre 386 y 770 millones de pesos). Pero según el Instituto de Investigaciones de Seguridad Industrial Laboral de Moscú, el control aún depende del sobrante de efectivo y los riesgos sólo se atienden luego de grandes accidentes.

Los antecedentes de Rusia en materia de seguridad son mejores que los de China -en donde miles de mineros mueren todos los años en accidentes- y que los de Ucrania. Pero Rusia está muy por detrás de países con los mejores antecedentes en la materia; Alemania, EE.UU., Australia y Canadá. Según un estudio de PricewaterhouseCoopers de 2003, había 5 muertes cada 100 millones de horas trabajadas en Australia, y 8 en Canadá.

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