A diferencia de la crisis global que afectó a la economía mundial hace 18 meses, esta nueva crisis se parece mucho a los momentos previos a la crisis financiera de 1998 en Rusia; fue perjudicial para Rusia pero tuvo un impacto muy limitado en el resto del mundo. Esta vez, en lugar de verse contagiada por un potencial colapso griego, Rusia se encuentra al otro lado de la vereda, como uno de los países fuertes que sufrirá poco más que un tropiezo en el camino que le conduce a un crecimiento fuerte.
Recuerdo muy bien el comienzo de 1998. Las cosas se veían, de hecho, mucho mejor que en cualquier otro momento del pasado. La economía había registrado ese año su primer crecimiento positivo (aunque anémico) y la gran noticia era la futura fusión entre las petroleras Yukos y Sibneft (propiedad de Mijail Khodorkovsky y Boris Berezovsky respectivamente) para formar Yuksi, que se convertiría en la mayor compañía petrolera del mundo.
En el frente político, Boris Yeltsin estaba bien de salud por una vez y acababa de contratar a una serie de “reformistas jóvenes” para altos puestos en el gobierno, incluídos Sergei Kiriyenko y Boris Nemtsov, que decían que finalmente se ocuparían de la reforma de la economía real. Y lo más importante era que los rendimientos de los bonos T del gobierno, los GKO, habían caído hasta porcentajes bajos, lo que hacía cada vez más sencilla la refinanciación del déficit presupuestario, del 8%. Las cosas parecían ir tan bien que el principal inversor de fondos de Europa Oriental, East Capital, con sede en Suecia, decidió lanzar su fondo inaugural Rusia en abril de ese año. Después, todo estalló.
La crisis monetaria asiática, que se registró un año antes y destrozó las economías de los llamados Tigres Asiáticos, afectó finalmente a los precios de las commodities y del petróleo, que descendió de cerca de 25 dólares el barril a 10. Estaba de vacaciones durante aquella Pascua, cuando llegaron las primeras ondas del shock y, cuando las cosas se descontrolaron, comencé a reescribir de forma desesperada los optimistas informes que había preparado unas semanas antes. Los rendimientos de los GKO subieron más de un 200% el mes siguiente y Rusia se volcó hacia el FMI para pedir préstamos y apuntalar la economía (que rápidamente robaron banqueros bien conectados cuando los llamados “préstamos de estabilización” se trasladaron al exterior).
Todo entró en crisis el 17 de agosto de 1998 cuando el gobierno se dio por vencido. El rublo se redujo a un cuarto de su valor y el gobierno aplicó una moratoria de cinco años al pago de toda la deuda internacional, ya que las reservas internacionales cayeron a la cifra asombrosamente pequeña de 9.100 millones de dólares, alrededor de un 2% del nivel que tienen hoy y escasas para cubrir la factura de libros del Kremlin.
La reacción del mercado bursátil estuvo sorprendentemente de-sincronizada con el mercado de bonos. Los inversores de carteras ya se habían asustado nueve meses antes. La bolsa alcanzó su punto histórico más bajo el 6 de octubre de 1997, cuando el RTS llegó a los 571 puntos (un poco más bajo que los 492 alcanzados en lo peor de la crisis actual, el 23 de enero de 2009). El 17 de agosto de 1998, el índice había caído a 109, pero curiosamente se necesitó otro mes y medio para llegar al fondo de 38,5 el 5 de octubre. La recuperación fue larga, dolorosa y volátil: el RTS no recuperó todo el terreno perdido hasta hace exactamente cuatro años cuando cerró a 573, el 1 de octubre de 2003.
Ahora, la historia se está repitiendo con Grecia. Se ha llegado a un acuerdo de rescate del orden de los 80 mil millones de euros con Alemania y los otros miembros de la Unión Europea (a pesar de la prohibición de rescates establecida en el tratado de la UE) aprobado el viernes 7 de mayo. Pero el mercado de bonos en particular no cree que sea aprobado (¿a raíz de la prohibición?) y los spreads (diferenciales) para los bonos griegos –al igual que para los GKOs en 1998- se están ampliando rápidamente. O lo que es peor, el nerviosismo se está propagando a otros países periféricos según indican los rumores (en especial, al denominado grupo PIGS, Portugal, Irlanda, Grecia y España); incluso se ha dicho que España solicitó al FMI un préstamo de 280 mil millones de euros.
Como era de esperar, las bolsas en todo el mundo vendieron lo que pudieron. En Rusia, el RTS (principal índice bursátil) bajó de su pico de abril de cerca de 1690 a cerca de 1500 el 5 de mayo. Los rendimientos de los bonos también subieron mientras los inversores se deshacían de los títulos con más riesgo.
Si esta “segunda ola” se desarrolla como la de 1998, los spreads (diferenciales) eliminarán toda posibilidad que tiene el rescate de Grecia de funcionar a medida que el coste para pedir préstamos suba y Atenas se vea obligada a retirarse de la Eurozona y a devaluar de inmediato el dracma para volver a poner en orden su casa financiera. Lo que alimenta este miedo es la experiencia de Argentina, que intentó imponer un programa de austeridad demasiado severo en 2001 y luego colapsó.
En el caso de Rusia, el temor es que el colapso de Grecia elimine la flamante recuperación y hunda los precios del petróleo, eliminando el viento de cola y causando, en el peor escenario, una segunda ola real de inestabilidad financiera.
Quinta huelga general contra el ajuste en Grecia
Pero ¿qué pasaría realmente si Grecia se declara en bancarrota?
Lo primero que hay que destacar es que a diferencia del colapso de septiembre de 2008, esta vez los problemas son regionales y no globales. En este sentido, los problemas actuales son muy parecidos a lo ocurrido en 1998 cuando el colapso asiático llevó al colapso ruso, pero en el resto del mundo los negocios se realizaban como siempre. Recordemos que mientras estas regiones caían, Estados Unidos y Europa Occidental gozaban de los embriagadores excesos de la burbuja puntocom, que explotó en el 2000 (el año que, irónicamente, Rusia registró su crecimiento más fuerte de la historia). La diversidad del resto del mundo permitió a la economía de Rusia recuperarse con mucha mayor velocidad.
Lo mismo ocurre ahora. Si bien el crecimiento europeo y norteamericano es lento, ambas regiones están creciendo, pero esta vez están además los BRIC para marcar la diferencia y ofrecer a Rusia los mercados que necesita para mantener sus exportaciones.
En segundo lugar, es preciso notar que la implosión de Grecia, si bien es trágica para los griegos, no tendrá un impacto tan grande en el resto del continente porque la economía de Grecia es relativamente pequeña: un PBI de 239.000 millones de euros a finales de 2009, según la UE, o cerca de un quinto de la economía de Rusia y una pequeña fracción del PBI total de la UE, que alcanzó los 11,8 billones de euros en 2009. La caída de Grecia causará daños desde ya, y habrá algún contagio a otros países de Europa, pero los temores actuales son exagerados. El colapso de Rusia en 1998 afectó a los mercados internacionales, pero al resto del mundo le llevó solo cuatro meses absorber ese golpe.
Por último, existe claramente una desconexión entre lo que está pasando en la bolsa y lo que ocurre en la economía a raíz de la incertidumbre. Las crisis hacen mucho daño a los mercados emergentes, pero gracias al mismo subdesarrollo de esos mercados, estas crisis son mucho menos pegajosas. La deuda media del ciudadano ruso ronda los 900 dólares, mientras que la del estadounidense es de 40.000 dólares; un ruso que pierde su trabajo en una crisis puede reunir entre sus amigos y su familia dinero suficiente como para pagar sus deudas, mientras que si un estadounidense pierde su empleo se encuentra en graves problemas y necesitará años para volver a ponerse en pie.
La recuperación económica de Rusia está tomando impulso rápidamente. Las ventas del fabricante de Lada Avtovaz aumentaron un 57% en el primer trimestre; la venta de viviendas en Moscú ha aumentado un 66% interanual; las exportaciones de gas a Europa aumentaron un 27% durante los primeros tres meses; en líneas generales, la producción petrolera se mantuvo más o menos igual, pero la producción en sitios urbanizados de los territorios siberianos del este está aumentando y representa ya al 6% de la producción petrolera total de Rusia, según VTB Capital. Además, muchas empresas registraron ganancias de dos dígitos en las últimas semanas.
En líneas más generales, el ministerio de Economía informa que el precio medio del barril este año ronda los 76 dólares, mucho más que los 58 dólares de las previsiones. Los bancos de inversión vaticinan hasta un 8% de crecimiento en el segundo semestre del año. El índice PMI VTB de fabricación, que mide la actividad empresarial, también está en alza, lo que indica que hay un fuerte crecimiento en el sector real.
Eso también ocurre en otros países desarrollados: el PMI (Información para fabricación de producto) de la Eurozona se encuentra en su nivel más alto en 46 meses (un 57,5, en contraste con un 56,6 en marzo), mientras que el PMI de Estados Unidos volvió a estar por encima de 60 (en 60,4) por primera vez desde junio de 2004, según VTB Capital. De igual modo, las ventas de coches en Estados Unidos, China y Japón aumentaron entre un 65-75% durante el primer trimestre; la construcción de viviendas nuevas aumentó en Estados Unidos un 20%. Ambos generaron un aumento en la producción de commodities como el acero, que hoy se encuentran en un nivel récord.
Todo esto va a mantener a Rusia si Grecia entra en default, aunque los analistas sostienen que una bancarrota es improbable ya que entre los alemanes y el FMI la solución ha sido encontrada. Ningún organismo desea que la Eurozona se divida.
“Reconocemos que la situación griega se parece a la crisis económica de Rusia en 1998. De hecho, los parámetros fiscales de la situación griega son peores, pero existe también un factor político positivo, la ayuda financiera de parte de la Eurozona, que juega en su provecho, al menos por ahora. Y el final sería muy parecido, es decir, un eventual default para la deuda soberana de Grecia desencadenado por la incapacidad del país para cumplir con la condicionalidad adherida al paquete de rescate. Dicho esto, la experiencia de la crisis rusa de 1998 sugiere que el contagio de un acontecimiento crediticio como éste, si bien significativo, tendría corta vida” indica Wiktor Bielski, analista de VTB Capital.
VTBC mantiene su vaticinio de que el RTS llegará a 2000 a finales de este año, pero admite que podría necesitarse un poco más de tiempo para llegar a lo previsto hace tres semanas.
Ben Aris es el secretario de Redacción/editor de bne y especialista en Europa Oriental. Figura también entre los corresponsales extranjeros de Europa Oriental más antiguos. Ben cubre el tema Rusia desde 1993, con algunos períodos en el tema Asia Central y Báltico.
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