El Quijote recupera su romanticismo

El Ballet Imperial exhibe lo mejor de la tradición rusade la danza clásica.

El Ballet Imperial exhibe lo mejor de la tradición rusade la danza clásica.

El texto de Miguel de Cervantes sobre las andanzas del viejo hidalgo y su escudero para conquistar a la bella Dulcinea ha inspirado a músicos y coreógrafos durante siglos.

El Don Quijote, con música de muchos compositores, se viene representando en distintos teatros de Europa desde el siglo XVIII.

En 1869, el afamado coreógrafo ruso, Marius Petipá, de origen francés, le propuso a Liudvig Minkus -a la sazón profesor del Conservatorio de Moscú- componer la música para un nuevo ballet cuyo guión él mismo había escrito.

150 años de éxito

Desde hace 150 años el ballet Don Quijote goza de gran éxito entre el público de todo el mundo. Su secreto reside en el brillo de su música y su coreografía, en el dinamismo de sus expresivas danzas y en el cálido humor que le brinda al espectáculo un encanto irrepetible.

“Este espectáculo es mi tercera versión de Don Quijote”, relata Gediminas Taranda, director artístico del Ballet Imperial. “Mi tarea fundamental ha sido modificar los actos segundo y tercero, hacerlos más móviles, vivos, introducir elementos del baile flamenco, las castañuelas y los matices estilísticos que observé en España”.

Renovada puesta en escena de un clásico

El Ballet Imperial Ruso fue fundado en 1994 por iniciativa de la bailarina Maia Plisétskaia, la que hasta 2004 siguió siendo su presidenta y directora artística honoraria.
El escenario principal de la compañía en Moscú es el teatro Nueva Ópera, pero la compañía combina los espectáculos allí con giras por Rusia y el extranjero. El conjunto es bien conocido en Europa, EE UU, Japón y Australia. Su nombre es un homenaje a los “emperadores” de la escena, a los fundadores del ballet ruso, así como a la familia imperial, por su histórica aportación a la cultura nacional. En su repertorio figuran perlas del ballet clásico como El Lago de los cisnes, La Bella Durmiente, Cascanueces y Giselle.

“Sobre el quinto punto”

Taranda le otorga a sus puestas en escena pinceladas actuales y audaces. Por ejemplo, en la representación de El Cascanueces actúan alumnos de entre seis y siete años de la escuela de ballet que tiene la compañía, que interpretan muy bien sus pequeños roles. Taranda siente una especial simpatía hacia Don Quijote ya que fue con este espectáculo con el que debutó en el Bolshoi.

“Yo me acababa de graduar. Debía salir por primera vez en el octeto de toreadores en Don Quijote. Estaba parado detrás de las bambalinas, nervioso. De pronto, escuché: “¡Taranda, a escena!”. Me lancé y descubrí, espantado, que me había olvidado de sacarme las calzas tejidas que nos ponemos para que no se enfríen los músculos. Intenté arrancármelas, pero no podía. Gracias a que el encargado de vestuario llegó a tiempo y me las cortó directamente. Llegué 16 tiempos tarde, tropecé y salí a escena sobre “el quinto punto” (el quinto punto de apoyo, es decir, el trasero), recuerda entre carcajadas el coreógrafo.

Fue un desastre total, un escándalo y una catástrofe. Cuando, después de varios días, Taranda tuvo que bailar en Don Quijote, ya como el Toreador, en el Bolshoi se sonreían: “¿Quién baila hoy el toreador?”, “Ah, aquel joven que la vez pasada salió a escena con la cola”.

Puestas en escena con humor

Es posible que precisamente este episodio haya determinado el actual y vivo enfoque de Taranda sobre sus interpretaciónes de los ballets clásicos, llenas de humor y aportando una irrepetible originalidad en versiones de ballet, pero conservando, al mismo tiempo, los cánones de los clásicos inmortales.

“Hemos imaginado muchas escenas cómicas de Sancho Panza y Gamash. El resultado ha sido un espectáculo en el que los espectadores se deleitan con la danza y se ríen”, aclara Taranda.

Se han incluido dos nuevos bailes gitanos al principio del segundo acto y un fragmento totalmente nuevo. Y se ha agregado una canción gitana en la voz de una cantante de ópera que la interpreta detrás del molino durante el baile de Kitri y Basilio. Taranda ha procurado también hacer más profundo el papel mímico del padre de Kitri, que ejecuta brillantemente y con gran humor el hermano de Gediminas, Vitautas Taranda.

Todo esto ha introducido un aire fresco en la puesta en escena. Pero, además del humor, el nuevo Don Quijote se ha hecho más profundo. El propio hidalgo aparece con un perfil distinto a como se le muestra normalmente: demente, alucinando, obsesionado con que los molinos son personas. “Quería subrayar sus rasgos románticos, presentarlo como un ser humano que sabe valorar el amor, que lo busca, pleno de calidez y bondad hacia sus semejantes”, explica el coreógrafo sobre sus ideas.

Es posible que sea por estas características multifacéticas por las que el espectáculo, que dura dos horas y media se vea casi sin respirar, encantando con su alegría en derredor del caballero de la triste figura.

Ballet Imperial Ruso - Don Quijote - Teatro Compac Gran Vía



Gediminas Taranda
Gediminas Taranda es el sucesor de Maia Plisétskaia en el puesto de director artístico del Ballet Imperial, artista emérito de Rusia, caballero de la orden de Diáguilev (2008) y laureado en concursos internacionales de ballet.
Nació el 26 de febrero de 1961 en Kaliningrado, en el seno de una familia integrada por un militar y una contable. Es lituano por parte de padre y cosaco por parte de madre. En 1976 ingresó en la Academia de Coreografía de Moscú. Luego fue asignado al Teatro Bolshoi, donde debutó en el Don Quijote. Yuri Grigoróvich (el eterno director artístico del Bolshoi) puso en escena, especialmente para Taranda, los ballets Raymonda y El siglo de oro. En 1984 salió por primera vez de gira al exterior, a México. Durante los siguientes cuatro años no puedo volver a salir. En 1993 se fue del Bolshoi y, en 1994, junto con Maia Plisétskaia, creó el Ballet Imperial Ruso.

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