Un empate en la carrera armamentista

Rusia y EE.UU. ponen límites a la puja por el poder nuclear

Rusia y EE.UU. ponen límites a la puja por el poder nuclear

El tratado START-3 es, sin duda alguna, el mayor éxito de las administraciones de Dmitri Medvédev y Barack Obama. De momento no se prevén objeciones por parte de los legisladores rusos respecto a START-3, si no tenemos en cuenta la advertencia indirecta de Medvédev acerca de que Rusia podría salir del tratado START-3 si Estados Unidos “empieza a fortalecer sustancialmente su sistema de defensa antimisiles”, lo cual supondría una amenaza para la seguridad nacional de Rusia.
Según el nuevo tratado, a lo largo de 7 años tras su entrada en vigor, Rusia y EE.UU. tendrán que reducir hasta en 700 unidades la cantidad de portamisiles estratégicos desplegados: misiles balísticos intercontinentales, misiles balísticos localizados en submarinos y bombarderos pesados estratégicos. Junto con los portamisiles no desplegados, su cantidad no deberá superar las 800 unidades.

Este límite resulta indudablemente ventajoso para la parte rusa, que no tendrá que reducir sus portamisiles. Más aún, las exigencias incluso permiten a Moscú aumentar la cantidad de los mismos.

Según los expertos, a marzo de 2010, el arsenal ruso de portamisiles estratégicos tenía la siguiente composición: 331 misiles balísticos intercontinentales de tres tipos en los que están localizadas 1.100 ojivas nucleares de combate, 10 submarinos nucleares activos con 160 misiles balísticos y unas 576 ojivas de combate, así como 75 bombarderos estratégicos, de los que no todos están operativos.

Los senadores tienen la palabra

Sin embargo, los legisladores americanos pueden dar a la comunidad internacional una sorpresa desagradable. Para que el tratado sea ratificado por el Senado estadounidense, es necesario que voten afirmativamente 67 legisladores. Actualmente, el Partido Demócrata sólo dispone de 59 escaños en el Senado, de un total de 100. Firmado el tratado, la administración de Obama tendrá que convencer, al menos a una parte de los republicanos para que hagan a un lado temporalmente las diferencias entre los partidos y unan sus esfuerzos para conseguir la aprobación de este importante acuerdo, no sólo para EE.UU. y Rusia, sino para el resto del planeta.

Queda esperar cómo se van a desarrollar los acontecimientos. Al fin y al cabo, START -3 es, al día de hoy, el acuerdo internacional con mayor trascendencia, capaz de salvaguardar el planeta de la catástrofe nuclear.

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