Se acabó el monopolio energético

Trabajando en el gasoducto Corriente Norteen Babaevo, Rusia.

Trabajando en el gasoducto Corriente Norteen Babaevo, Rusia.

Los roces característicos de la Guerra Fría entre Europa y Rusia persistirán mientras lo haga su infraestructura energética. Pero nuevos conductos estratégicos pactados recientemente pueden enterrar de forma definitiva sus discrepancias.
Rusia ha chocado en muchas ocasiones con Ucrania debido al impago de varias cuentas petrolíferas,, provocando que la mayor parte de Europa se quedara sin provisiones esenciales de gas y en pleno invierno. Este mismo año se evitó uno de estos conflictos, después de que Kiev, con la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI), reuniera el dinero necesario para pagar la factura a tiempo. Pero los dos nuevos gasoductos en el norte y el sur de Ucrania (el primero de los cuales estará disponible el año que viene) deberían terminar con esta incertidumbre de forma definitiva.

El control de caracter imperialista de Rusia sobre los productores de petróleo y de gas de Asia Central (heredado de la Unión Soviética en forma de gasoductos y oleoductos) también ha sido resquebrajado. Un nuevo gasoducto proveniente de la República de Turkmenistán, rica en gas, junto al hoy operativo oleoducto que serpentea desde la petrolífera República de Kazajstán hasta China, amenaza con cambiar las reglas del juego que hasta ahora conocían Rusia y sus vecinos.

La respuesta del Kremlin ha sido construir más conductos, también hacia el este. Un posible resultado de este creciente entramado de conductos es que las relaciones energéticas, dentro y alrededor de las masas de tierra continentales asiáticas, se volverán más civilizadas, ya que la existencia de rutas en competencia obliga, tanto al comprador como al vendedor, a priorizar los intereses de mercado sobre la política.

Cambio de juego

El 14 de diciembre, el presidente chino, Hu Jintao, se reunió con su homólogo de Turkmenistán, Gurbanguly Berdimuhamedov, para inaugurar el nuevo gasoducto transasiático que le permitiría a este país, hambriento de energía, explotar las abundantes provisiones de gas de Asia Central. “El nuevo gasoducto marca un cambio de poder económico en beneficio de tres países centroasiáticos y China, en perjuicio de Rusia”, dice Philip H de Leon, editor de OilPrice.com.

El gasoducto transasiático ha costado 6.700 millones de dólares (unos 5.000 millones de euros) y es el primero de la región del Caspio que recorre el territorio hacia el Este, conectando la masiva reserva de gas de Turkmenistán con el gasoducto que recorre China de Oeste a Este. Ahora, el gas de Turkmenistán puede ser enviado hasta las remotas ciudades de Shangai o Hong Kong. El gasoducto transportará 40.000 millones de metros cúbicos para 2013, casi la mitad del gas que China necesita.

La creciente importancia de China en la región hizo que en noviembre el Kremlin siguiera el ejemplo. El Primer Ministro Vladimir Putin firmó un acuerdo que promete enviar 68.000 millones de metros cúbicos por año a China a través de dos nuevos gasoductos con origen en Siberia, proveyendo a China de la otra mitad del gas que necesita. Este acuerdo representa un abrupto giro para el Kremlin, el cual se había mostrado siempre cauteloso respecto a su vecino oriental. Los gasoductos son bestias políticas cuando se encuentran en etapa de planificación pero, una vez construidos, son el equivalente geopolítico del matrimonio.

El gasoducto de Turkmenistán sigue el mismo camino que un nuevo oleoducto entre Kazajstán y China, que redondea la nueva infraestructura de transporte energético con la mirada puesta en el Este. La primera fase del oleoducto entró en funcionamiento en julio pasado. Y una nueva fase conectará los ricos recursos del Caspio de Kazajstán con China.

La respuesta rusa

Los dos conductos chinos han elevado las apuestas en el juego energético contra Rusia y han roto su monopolio en el transporte de gas y petróleo a clientes de Europa Occidental. Sin embargo, la creciente competencia ha hecho que el Kremlin eleve su apuesta también, y está devolviendo el golpe con una ampliación de su propia infraestructura.

El motivo del enfrentamiento entre Rusia y Ucrania es que Rusia está obligada a enviar alrededor del 80% de su gas a clientes de Europa Occidental a través de Ucrania, ya que sólo hay un gasoducto que conecta a Rusia con el resto de Europa.

Rusia ha propuesto dos nuevas rutas que se dirigen al Norte y al Sur de Ucrania para diversificar las vías de suministro: La corriente Norte va del Noroeste del país a Alemania, y la corriente Sur va del Sur de Rusia, por debajo del Mar Negro, hacia Turquía. Putin ordenó que la construcción comenzara en la corriente Norte a fines del año pasado, después de que el gasoducto obtuviera los últimos permisos ambientales por parte de Alemania.

Los otros miembros de la UE a lo largo del camino (los estados Bálticos y Polonia) se habían ofendido, porque el anterior canciller alemán, Gerhard Schroeder, quien había negociado el acuerdo (y ahora es el director de la compañía que estará a cargo del gasoducto) los había puenteado. Al hacerlo, les había negado todos los derechos de tránsito. Aun así, el gasoducto está programado para entrar en funcionamiento en 2011 con un rendimiento de 27.500 millones de metros cúbicos al año. Cualquier conflicto monetario subsiguiente con Ucrania se quedará sólo en eso: 2009 debería quedar registrado como el último año en que Europa tuvo que enfrentarse a la posibilidad de que le corten la calefacción en invierno.

La corriente Sur, el segundo gasoducto, cerrará el círculo. Sin embargo, este gasoducto ya ha atravesado otras dificultades. Compite directamente con el gasoducto Nabucco, patrocinado por la Unión Europea, que recorre prácticamente la misma ruta, pero supuestamente obtiene el gas de Asia Central, dejando a Rusia de lado. El problema es que sólo hay demanda suficiente para soportar un gasoducto.

El Kremlin ha trabajado muy duro durante 2009 para que la corriente Sur despegara, y logró firmar una serie de acuerdos con Estados como Bulgaria o Croacia, quienes estarán entre los principales clientes de esta nueva vía energética. Para fin de año, parecía que Rusia había ganado la carrera, principalmente porque el nuevo trans-asiático absorbería gran parte del gas sobrante de Turkmenistán. Sin embargo, nunca se debe decir de esta agua no beberé cuando se trata de política relacionada con conductos; este asunto se decidirá realmente sólo cuando alguien comience a fabricar su propio canal.

Lo que hay en el conducto

Con los problemas de transporte de gas bajo control, el Kremlin ha volcado su atención en pulir el tema de la infraestructura de oleoductos. Al igual que con los gasoductos rusos que ahora recorrerán el territorio tanto en el Este como en el Oeste, el 29 de diciembre Putin relanzó el nuevo y ambicioso oleoducto Siberia Oriental-Océano Pacífico (SOOP). El SOOP, de unos 5.000 kilómetros de distancia, es el conducto más largo y más costoso de los existentes actualmente. En cuanto a estrategia, le permitirá a Rusia enviar petróleo de manera directa a toda la Cuenca del Pacífico, diversificando significativamente la base de clientes del país.

La construcción comenzó en abril de 2006, pero el proyecto ha vuelto a acaparar la atención recientemente, ya que en abril pasado se comenzó a construir una rama hacia el yacimiento petrolífero chino de Daqing (un conducto que originalmente había sido propuesto por Mikhail Khodorkovsky y que había sido la principal razón de sus choques con el Kremlin). Esta desviación hacia China estará en funcionamiento en dos etapas: la primera en 2011, transportando 15 millones de toneladas; y la segunda, alrededor del año 2014. En su máximo rendimiento, podrá transportar 80 millones de toneladas por año y su construcción costará por lo menos 30.000 millones de dólares (unos 22.000 millones de euros).

Pero el éxito del oleoducto dependerá de las reservas vírgenes de petróleo que se cree que hay en Siberia oriental; los optimistas dicen que los campos alcanzarán niveles de producción de entre 70 y 80 toneladas al año alrededor de 2030, pero habrá que esperar a las exploraciones serias, que comenzarán este año.

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