Una nueva escena en el Cáucaso

En octubre de 2009 el presidente de Daguestán, Muju Alíev, con 70 años y finalizando su mandato, designó a un desconocido, Magomed Abdulláev, como viceprimer ministro en esta república norcaucásica asolada por los atentados, el desorden y la corrupción.

El nombramiento inesperado de Abdulláev sugirió que él sería el hombre del Kremlin. Aunque nunca dirigió un equipo de más de cinco personas, posee un importante atributo: como el presidente Dmitri Medvédev, este jurista enseñó leyes en San Petersburgo en los años 90, y aparentemente se conocían desde aquellos tiempos. Su rápida designación en la república para un puesto tan alto pareció indicar que el Kremlin ya lo tenía marcado.

Nuevas caras

El hecho fue significativo por la situación de Daguestán y además como otra prueba de que Medvédev finalmente estaba convirtiéndose en presidente, a un año y medio de haber comenzado su primer mandato. La transición entre el antecesor Vladimir Putin (ahora Primer Ministro de Rusia) y Medvédev pudo haberse retrasado por las emergencias simultáneas de la guerra de Georgia, en agosto de 2008, y la crisis económica mundial. Putin lidió con las consecuencias él solo, preservando de esta manera a su sucesor. Con la economía estabilizándose a mediados de 2009, Medvédev marcó el relanzamiento con su artículo “¡Vamos Rusia!”, publicado en septiembre de 2009 y de neto corte promocional.

Luego, anunció la implementación de tres líneas de reformas liberales: revertir la proliferación de corporaciones estatales que contradicen al código civil; reformar la corrupta y opresiva fuerza policial y combatir el rebrote de la violencia extremista en el Cáucaso del norte, remediando los problemas sociales de la región.

Otras perspectivas

Medvédev subrayó, ante los dirigentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB) el pasado 28 de enero, que “la raíz de muchos de los problemas (en el Cáucaso del Norte) es la debilidad económica y la falta de perspectivas para la gente que vive allí”. Lo más urgente en el combate contra el extremismo es abordar estos problemas, le dijo al FSB, que a menudo prefirió ver la “intervención extranjera” como la fuerza motora detrás de la insurgencia.

En su última reunión con el FSB, Medvédev mostró una nueva cara: la de Alexander Jloponin,viceprimer ministro y delegado plenipotenciario presidencial en el flamante Distrito Federal del Cáucaso del Norte (DFCN). Hace tiempo que Jloponin era promovido para el cargo debido a su liberal manejo anticrisis (como CEO, en la década del 90 salvó de una profunda crisis a Norilsk Nickel, gigante del níquel y del cobre, y en los primeros años del siglo hizo lo mismo con la región de Krasnoyarsk, por lo que quizá sea la persona indicada para manejar el Cáucaso del Norte en la nueva década). Es poco probable que Jloponin intervenga demasiado en Chechenia, bajo la firme mano del presidente Ramzan Kadyrov, ahora que la amenaza islámica es mayor en otras repúblicas del Cáucaso del Norte. “La tendencia apunta a Daguestán, Kabardino-Balkaria y Karacháevo-Cherkesia, donde actualmente es más fácil reclutar islamistas que en Chechenia”, dijo Alexei Gunya, investigador del Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de Rusia.

Nuevas inversiones

La segunda iniciativa de Medvédev para el Cáucaso del Norte consiste en convocar a los magnates con raíces en la región a invertir en ella. Uno de los más famosos nativos de Ingushetia, el magnate petrolero Mijail Gutseriev, prófugo desde 2007 debido a cargos de evasión fiscal, se vio repentinamente libre de regresar, con los cargos retirados y la compañía Russneft otra vez en sus manos. En Daguestán, el billonario Suleiman Kerimov ya juega un papel influyente detrás de la escena. El simple hecho de que él esté registrado en su república nativa le agrega US$ 100 millones por año a las ganancias regionales. El mismo Jloponin tiene excelentes relaciones con los oligarcas (su mejor amigo de los años de estudiante y ex socio de negocios es Mijail Projorov, hoy el hombre más rico de Rusia).

Enfoque novedoso

La tercera política ha sido reemplazar a los líderes regionales con paisanos venidos desde afuera y, por lo tanto, ajenos a la corrupción organizada del Cáucaso. Aquí es donde el jurista Abdulláev encaja con Daguestán. “Creo que estamos viendo un nuevo enfoque, y yo agregaría el nombramiento de Yunus-bek Yevkurov (presidente de Ingushetia desde 2008), el cual ha sido muy exitoso aun cuando no hay todavía resultados aparentes debido a la tenacidad de los yihadistas. Otro signo de cambio fue Boris Ebzeev como presidente de Karacháevo-Cherkesia, un ex miembro de la Corte Constitucional de Rusia”, dijo Gordon Hahn, principal investigador de terrorismo en el Instituto Monterrey de Estudios Internacionales.

Tan rápido ha sido el ascenso político de Abdulláev que es muy poco lo que se sabe de su visión, su capacidad y sus conexiones. Aunque en su época de jurista peterburgués, además de Medvédev se relacionó con el entonces vicegobernador Dmitri Kozak, actual viceprimer ministro y hasta 2007 plenipotenciario presidencial para el Distrito Federal del Sur, donde logró una gran reputación entre las elites del Cáucaso del Norte.

En cualquier caso, la súbita aparición de Abdullaev en la escena de Daguestán resalta el recambio de poder y de políticas del Kremlin, cree Hahn: alejándose de los “siloviki”, grupo de ex oficiales de seguridad relacionados con el primer ministro Vladimir Putin; y acercándose a Medvédev y su red más liberal de “civilikis”, o juristas y economistas. “Yo creo que Medvedev está gradualmente tomando el control del poder de Putin, quien protege tanto a silovikis como a civilikis, pero que ahora ha pasado a promover a estos últimos junto con Medvedev”, dijo Hahn.

Graham Stack es redactor de Bussiness New Europe.

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