¿Llegó un nuevo deshielo?

Desde la década de 1960, los rusos han utilizado las condiciones meteorológicas como metáforas de la política. Al rechazo, por parte del líder soviético Nikita Kruschev, del culto a la personalidad y la represión en masa que existían bajo su predecesor, Josef Stalin, se lo denominó “el deshielo”.
Hoy, los analistas emplean metáforas similares.

El deprimente desempeño de los atletas olímpicos rusos demostró que en el atletismo, al igual que en otras esferas, no se puede comprar el éxito solamente con dinero. Este fiasco en los Juegos Olímpicos no habría resultado tan penoso si no hubiera sido por las malas noticias de otros sectores. Prácticamente todos los días oímos informes sobre corrupción y delitos en la policía, sin indicios hasta el momento de que alguna de las reformas que el Kremlin anunció esté dando resultados. El desempleo continúa en alza, y los grupos de oposición están ganando impulso. Por si fuera poco, Rusia Unida perdió terreno en las recientes elecciones.

Las últimas elecciones revelaron el arma secreta de la democracia planificada: no siempre hay que falsificar completamente los resultados de las elecciones como en octubre pasado. A veces, lo único que hace falta es manipular a los candidatos y confundir a los votantes.

Precisamente sobre ese telón de fondo, un accidente de tránsito en la Leninsky Prospekt de Moscú, el 25 de febrero, se convirtió en un escándalo político. Un Mercedes Benz blindado, que transportaba al vicepresidente de LUKoil, Anatoly Barkov, chocó de frente contra un Citroën en el que viajaban Vera Sidelnikova, de 72 años, y su nuera Olga Alexandrina, de 35. Ambas mujeres murieron. Barkov sufrió heridas leves.

La policía anunció de inmediato que no disponía de pruebas que indicaran que Barkov había tenido la culpa. Lo que debía ser una investigación estándar, se transformó rápidamente en un escándalo. Hay quienes quieren hacer un boicot a las estaciones de servicio LUKoil y la canción del rapero ruso Noice MC en la que Barkov se va al infierno se convirtió en un éxito en Internet. En Rusia, éste es uno de los pocos casos en los que la sociedad civil y la protesta de la gente se apuntaron una victoria contra el abuso de poder del gobierno.

Hasta Medvédev se involucró en el caso y ordenó al ministro del Interior que investigara. La efectividad de esta intervención se verá con claridad sólo cuando se castigue a los culpables.

Hubo un caso similar en el barrio Rechnik de Moscú, donde varias casas fueron demolidas por orden de las autoridades de la ciudad. Cuando ya habían sido derribadas, aparecieron los funcionarios federales para declarar que esas acciones habían sido ilegales. Por ahora, la población general continúa viviendo con esperanzas inciertas.

Estamos asistiendo probablemente al comienzo de un nuevo “deshielo”, y esa es la mejor noticia que podemos recibir ahora que la primavera comienza a florecer.
De todos modos, este “deshielo” político tiene otra cara preocupante. Si el movimiento democrático del país continúa desarrollándose más, las autoridades y la sociedad no están ni remotamente preparadas para las consecuencias y las responsabilidades que implica vivir en una sociedad más libre.

Miembro del Instituto de Estudios sobre Globalización


Este artículo fue originalmente publicado en The Moscow Times

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