Descubrimos otra ciudad del 'Anillo de oro' de Moscú con un fabuloso Kremlin y un hotel dentro de una muralla. Fuente: Anna Soloviova
El centro histórico de la ciudad es el kremlin de Rostov, que se ve prácticamente desde todos los puntos de la ciudad. Se trata de una sólida fortaleza con unas altas y gruesas murallas coronadas por unas macizas torres de batalla en las esquinas.
En la parte superior de las murallas hay unos pasillos que permiten rodear toda la fortaleza y acceder a sus edificios. Se puede entrar al Kremlin por dos sitios, a través de la entrada principal, la iglesia de Yoan Bogoslov (San Juan el Evangelista), o por un lateral, a través de la catedral Uspenski (de la Asunción).
El territorio del Kremlin es bastante grande y está formado por tres partes. La principal fortaleza, en el centro, se llama 'Vladichi dvor' (la casa del Arzobispo), a su izquierda se encuentra el territorio de la Plaza de las Catedrales y a la derecha, el Jardín del Arzobispo.
La Plaza de las Catedrales también está rodeada por una alta muralla pero no tan imponente como la de la Casa del Arzobispo, donde vivían los príncipes feudales con sus boyardos. La plaza recibió su nombre en honor a la catedral Uspenski (de la Asunción), construida a principios del siglo XVI. Ahora está en proceso de reconstrucción pero a pesar de que en su interior las obras estén en marcha, en la catedral se celebran cada día oficios religiosos.
Por otra parte, el Jardín del Arzobispo es un rincón silencioso y tranquilo, donde se puede descansar en un banco a la orilla del pequeño estanque o pasear por los senderos del jardín.
Crecen aquí árboles frutales todavía jóvenes y los arbustos y el césped están muy cuidados. Además, cuando hace buen tiempo es posible subir a la muralla del Kremlin y recorrerla. En invierno cierran el paso ya que las torres por las que pasa la ruta de las murallas no se calientan y sus frescos se estropean con el frío.
También se puede experimentar cómo se sentía un antiguo defensor de la fortaleza rusa.
En el mismo territorio del Kremlin hay un hotel donde es posible alojarse por un precio relativamente barato. El acabado interior de las habitaciones es moderno pero los techos abovedados y las gruesas paredes recuerdan que te encuentras en las antiguas celdas monacales del siglo XVII. Debajo de las celdas antiguamente había unas bodegas pero ahora hay un café.
Rostov ejemplifica cómo la historia y la vida cotidiana se pueden entrelazar de forma armónica. Paseando por el barrio antiguo, al lado del Kremlin de Rostov, te sorprendes de que aquí haya tan pocas tiendecitas con souvenires, cafés y hoteles, aunque la reacción sea buscarlos precisamente aquí.
Las primeras plantas de los cuidados edificios, construidos a mitad del siglo XIX, están destinados al comercio. Aquí se puede encontrar de todo: materiales de construcción, ropa, tiendas de comestibles. Hay souvenires en un par de paradas muy cerca del Kremlin. En Rostov es muy habitual pasear, sobre todo cuando hace buen tiempo. El tráfico en la ciudad no es muy intenso, incluso en los días laborales, y hay extensas zonas peatonales.
Los nombres de las calles de Rostov Veliki están marcados por la época soviética: calle del 50 aniversario de Octubre, el callejón Soviético o la calle de Karl Marx. Si se da la espalda al Kremlin y se mira sólo en dirección al barrio histórico, se puede tener la sensación de no estar en Rusia, si no en alguna pequeña ciudad caribeña.
Hay muchos edificios construidos de tal forma que la planta baja es una galería con columnas para que la gente pueda andar protegiéndose del sol abrasante. Rostov utilizó para estos edificios el estilo tradicional en el que se construían las casas de comercio.
“Esto es el estilo tradicional de las casas de comercio rusas. Fueron construidas a mediados del siglo XIX. Las autoridades locales tenían la intención de hacer la parte histórica de la ciudad exclusivamente turística pero no la pudieron rehabilitar completamente. Por este motivo estos edificios fueron restaurados gracias a los empresarios que ahora tienen sus tiendas en las plantas bajas. ¿Cómo se les puede echar ahora?”, cuenta Alexánder Kartsev, director del periódico 'Rostovski vestnik'.
Al visitar Rostov Veliki no se puede ignorar el monasterio masculino Spaso-Yakoslevski. Se encuentra en las afueras de la ciudad, en una pintoresca orilla del lago Nero.
Al igual que en la mayoría de monasterios en activo, su territorio está muy cuidado. Aquí se conserva un orden ideal gracias a los esfuerzos de los monjes. El acceso a todas las iglesias del monasterio es libre. En el templo los hombres tienen que quitarse el gorro o sombrero y las mujeres al revés, tienen que cubrirse la cabeza con un pañuelo.
Además los servidores de la iglesia piden que los visitantes que en su interior no se pongan las manos en los bolsillos y no den la espalda al altar.
En el monasterio Spaso-Yakoslevski merece una atención especial la catedral de san Dmitri de Rostov, donde se conservan sus reliquias. Está construida en un estilo que no es característico de las iglesias rusas, es un ejemplo sobresaliente de la época del clasicismo ruso de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Ante la entrada principal de la catedral hay cuatro imponentes columnas y las paredes exteriores están decoradas con esculturas y molduras.
En el Rostov moderno hay una fábrica de material de defensa, que produce aparatos militares de visión nocturna, fábricas de alimentación, entre las cuales encontramos de producción de kvas, y souvenires.
A partir del siglo XVIII en Rostov se empezó a desarrollar el arte de 'finifti', un método particular de pintura en esmalte. En el Kremlin hay un museo de 'finifti', que alberga una gran colección de esmaltes.
Dónde alojarse:
Los precios en los hoteles oscilan entre los 20 y 100 dólares. En verano es mejor reservar con antelación.
Cómo llegar:
Los trenes hasta Rostov Veliki salen de la Estación Yaroslavski de Moscú. El trayecto es de unas tres horas y media. De la estación hasta el centro de la ciudad se puede llegar en taxi, minibuses o a pie.
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