Un equipo de arqueólogos descubre la momia de un niño en el norte de Siberia

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La antigua civilización de los Yamalo-Nenets, en el norte de Siberia, ha dejado numerosos restos de un gran interés histórico y antropológico. Un grupo de arqueólogos está trabajando en el descubrimiento de una serie de enterramientos, en los que destaca la momia de un niño del siglo XIII.

En la aldea de Zeleni Yar, en el área autónoma de los Yamalo-Nenets, en la parte norte de la Siberia Occidental, un grupo de arqueólogos ha encontrado enterramientos que han sido provisionalmente datados en el siglo XIII. Se trata de un sarcófago de corteza de árbol de 1,30 metros de largo y 30 centímetros de ancho. Los científicos creen que contiene la momia de un niño. Según el colaborador del Centro de Estudios Árticos, el arqueólogo Alexánder Gusev, la momia está en bastante buen estado de conservación. El sarcófago se abrió el 15 de julio.

“Cuando acabó la estación de excavaciones, abrimos el sarcófago en el museo de Salejarde”, dijo Gusev. “La momia no fue abierta en la excavación porque queríamos examinar con cuidado el cuerpo, que presentaba sus problemas. Bajo el ataúd de corteza de árbol descubrimos el cuerpo momificado de un niño. Vestía el tradicional atuendo de piel. A su lado había un ajuar doméstico de metal. Supuestamente, murió de algún tipo de enfermedad; no fue asesinado ni presentaba traumatismos”. Según Gusev, se continuará con el estudio. Los resultados finales serán publicados cuando los científicos terminen de estudiar el cuerpo.

“La teoría de que dentro del sarcófago había un cadáver infantil se propuso después de que el sarcófago fuese desenterrado por completo”, explicó Gusev. “Tenía las líneas de un cuerpo humano; el ataúd no había sido dañado y las condiciones en las que se había mantenido ayudaron a conservar los restos en el modo en el que fueron enterrados. El hallazgo es muy interesante en sí mismo”.

Fuente: serivicio de prensa

Las excavaciones en Zeleni Yar empezaron tras el examen de las fotografías magnéticas tomadas en 2013. En ese momento, los científicos localizaron siete objetos, a raíz de lo cual fue posible determinar que las excavaciones habían descubierto una necrópolis. “Cuando supe las noticias, fui a reunirme con los arqueólogos directamente en las excavaciones”, dice Evgueni Sviatov, un antropólogo de Yekaterimburgo. “Mi objetivo es analizar en profundidad los restos de los enterramientos. Es importante para entender qué comía la gente, de dónde eran y a dónde migraban, qué tipo de prácticas higiénicas realizaban, así como las costumbres y rituales de una determinada sociedad”. El área de los Yamalo-Nenets tiene una “estación de excavación” muy corta, ya que, debido al clima frío, la tierra se descongela solo hacia finales de mayo y en agosto el trabajo tiene que detenerse debido a la gran cantidad de mosquitos, tábanos y otros insectos. Este año, los científicos planean excavar un campo de 80 m2.

“Por ahora solo tenemos datos preliminares sobre la gente enterrada en Zeleni Yar”, explica Román Gilmintinov, un historiador de la Universidad Europea de San Petersburgo y participante en la expedición. “Es difícil decir cuál será el resultado de nuestra investigación, ya que las civilizaciones del norte de Rusia no se parecen a ninguna otra, es un mundo completamente único. Es raro que una expedición se encamine hacia esta área y vuelva sin resultados”.

Por ejemplo, un grupo liderado por la doctoranda de Historia Natalia Fiodorova encontró la momia de un guerrero pelirrojo en Yeleni Yar en una expedición en 1999-2000. Se ha datado en 1282 y está bien conservada, gracias al permafrost y la oxidación del cobre. Zeleni Yar también se hizo famosa en la comunidad científica después de que se descubriesen los restos momificados de varios niños. Actualmente, el complejo arqueológico está dividido en tres partes: los hallazgos de los siglos VI-VIII y dos necrópolis, una de los siglos VIII-IX y otra más tardía, de los siglos XII-XIII.

Durante el proceso de excavación, los científicos llevan a cabo tareas “educativas” con la población local. Los residentes de las aldeas siberianas no tienen una actitud demasiado positiva hacia los extraños que, por algún motivo, llegan de repente para cavar en sus tierras ancestrales.

“Cuando empezamos a realizar estudios serios, los residentes locales no comprendían por qué estábamos exhumando las momias”, dice Natalia Fiodorova. “Tuvimos que mantener numerosas reuniones con ellos para explicarles por qué nuestra investigación es importante para ellos y para la ciencia mundial”.

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